viernes, 7 de enero de 2022

Viajes y viajeros. Claustro de San Francisco - Ourense

  Hoy estamos Ourense y en concreto en el claustro de San Francisco, un monumento un poco olvidado por las autoridades municipales y muy bien explicado y enseñado por el empleado de la puerta. Con personas así, seguro, que nuestro patrimonio sería mucho más apreciado por propios y estraños.     

  En el siglo XIV, después del incendio que arrasó el primer convento franciscano de la ciudad (situado en la actual Plaza del Corregidor), la orden se trasladó a la ladera de Montealegre, donde permaneció hasta el siglo XIX. Su centro de estudios de Teología y Gramática, fundado antes de 1725, llegó a ser casi tan importante como el de la catedral. En 1843 el antiguo convento se transforma en cuartel de infantería (hasta su clausura en 1984), produciéndose numerosas reformas: la más significativa, el traslado piedra a piedra de la cabecera y fachada de su iglesia al Parque de San Lázaro, donde se reconstruyó, dejando huérfano el claustro que hoy es posible visitar.

   El  claustro es de estilo románico-gótico (s. XIV), el más singular y completo de Galicia. 

  Declarado Monumento Histórico-Artístico en 1951, el Claustro de San Francisco ha sobrevivido a su azarosa historia conservando prácticamente intacta la belleza de sus  arcos, todos decorados con seres mitológicos; animales fantásticos y reales (perros, leones, elefantes); y motivos vegetales esculpidos en piedra, de estilo gótico pero gran influencia románica.

  Una imagen de San Pedro es la encargada de recibir a los visitantes, aunque sin rostro, "se supone que tenía el pelo rizado y barba", y será el mismo Santiago Apóstol el que despida la visita.

  Las arcadas que delimitan el jardín rectangular, casi cuadrado, tienen sesenta y tres arcos apuntados: dieciocho al poniente, trece al norte, diecisiete al naciente y quince al sur. Se sostienen sobre 76 columnas pareadas, con la excepción de las ocho que forman el ángulo noroeste, que son únicas y tienen fustes con sección cuadrilobulada.

  La diferencia con las otras columnas se debe la que en esta esquina del jardín claustral, símbolo conventual del Edén, se situaba el “LAVATORIUM”, fuente cubierta por una bóveda de nervadura también gótica. Esa estructura, hoy desaparecida, permitía a los frailes lavarse antes del refectorio, posibilitando la higiene espiritual y física antes de escuchar la palabra de Dios mientras comían.

  Destaca por la profusión decorativa y en él encontramos dos tipos de capiteles decorados: vegetales y figurados (con animales y figuras humanas). 

  En lo estilístico, la escultura del claustro se corresponde con el estilo orensano “denominación de Serafín Moralejo” en su fase de disolución (1325-1350), mientras que en lo iconográfico, buena parte de las figuras derivan del repertorio románico (PÓRTICO DEL PARAÍSO y Claustra Nova).

  No hay un capitel que sea igual a otro, no se repite ni un sólo motivo, la representación femenina es en su mayor parte a través de las figuras de arpías, y el tema principal de todo el Claustro es la oración contra la tentación.

  Al exterior la parte alta luce decoración con bolas sobre canecillos en los que se repite la exuberancia ornamental, detalles que están en relación con la catedral y con el palacio episcopal antiguo. 

 Siendo como eran los franciscanos frailes que ensalzaban la pobreza, sorprende tanta decoración en su claustro. Como eran predicadores, se valían de numerosos ejemplos fácilmente entendibles por el pueblo, para adoctrinarlos, de ahí los motivos ornamentales de esta fábrica, muy alejada de la austeridad edilicia que practicaban estos religiosos.

  Este  claustro  del convento de San Francisco en un gran desconocido que merece más atención y recursos. Hasta la señalización para su acceso es bastante deficiente. 















Fotografía: J Ruiz

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