El nombre de parque es posible que provenga por la fuente de la que manaba agua constantemente y la abundancia de berros por la proximidad del agua. Es curioso que la fuente que da nombre a la finca, en la actualidad, está fuera de la tapias del parque.
La finca fue cedida en 1640 a unos monjes benedictinos castellanos expulsados del monasterio de Montserrat por motivo del levantamiento contra el poder real, si bien la corona se reservó el derecho de utilización del agua que se transportaba a palacio a lomos de burros.
En 1703 fue comprada por María Trimiño Vázquez de Coronado, adelantada de Costa Rica que realizó mejoras en las conducciones de agua y de riego fundamentalmente para regar las huertas. Años más tarde legó la finca a la Obra Pía de los Padres Mercedarios Calzados, si bien la corona seguía reservándose el derecho sobre sus aguas y el mantenimiento de la fuente. El rey Carlos III mandó proteger la fuente con una casilla, con lo que empezó a denominarse fuente del Rey. El agua de la fuente del Berro fue considerada por la familia real española, desde Mariana de Austria, como una de las mejores de Madrid.
Martín Estenoz adquiere la finca en mayo de 1800, salvo la casa y la fuente del Rey, y comienza a levantar la tapia de la finca, cuyo perímetro será el definitivo. A mediados del siglo XIX parece ser que el propietario era un tal Ramírez. A finales se ese siglo sufre una transformación radical para convertirse en un parque de recreo denominado los Nuevos Campos Elíseos.
Los Nuevos Campos Elíseos, abiertos en 1900 —que sustituyeron a los Campos Elíseos situados entre las actuales calle de Goya y calle de Jorge Juan, inaugurados en 1864—, constituían lo que hoy se denomina un parque de atracciones, que contaba con una torre-mirador, una montaña rusa, caballitos, un velódromo, una sala de tiro al blanco, una ría con su estanque y cascada, invernaderos y un restaurante de lujo que se instaló en el antiguo palacete ya existente. Así como conciertos y bailes de piñata con premios y bailes de máscaras. Sin embargo este parque de atracciones dejó de funcionar a los dos años.
La entrada por la calle Enrique D' Almonte se compone de dos pequeños torreones almenados que abren la tapia de ladrillo a la cual aparecen adosadas algunas construcciones del mismo material. Según se accede por esta puerta puede apreciarse el antiguo palacete que es lo único que queda de su pasado.
El parque, de tipo paisajista con diversos desniveles, está formado por praderas surcadas por sinuosos paseos y escaleras rústicas de piedra posee una rica variedad de árboles. Entre los elementos más destacados se encuentran el monumento a Bécquer, la estatua dedicada al escritor ruso Pushkin, varias fuentes, una con un gran jarrón de piedra junto a la entrada antes mencionada, una cascada, varios estanques, algunas esculturas abstractas, jarrones decorativos, además del ya mencionado palacete.
Un elemento vivo, decorativo y símbolo del parque desde hace décadas son los pavos reales que se mueven por el parque y alrededores a su gusto.
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