Frente a la puerta monumental de la entonces entrada principal al botánico, Villanueva plantea un volumen sencillo, de planta en huso, tan habitual en su arquitectura, con dos pabellones laterales y uno central para acceso al Jardín.
No sólo contrasta esta puerta con la antigua en su carácter más plenamente arquitectónico, sino también por la sencillez de líneas y pureza volumétrica, así como por la contraría disposición de vanos, de medio punto los de los pabellones y adintelado el central, subdividido a su vez con dos columnas monumentales de orden toscano.
Esta Puerta Norte, en la actualidad principal, es una creación posterior del mismo arquitecto, concluida en 1789, con el fin de comunicar el Jardín Botánico recién creado con el vecino edificio del Museo de Ciencias, obra también de Villanueva, planteando una plaza en exedra para separación de ambos.
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