En Madrid desde lo alto nos observan dos madrileños emblemáticos. Son los aurigas del edificio del BBVA de la calle Alcalá, dos colosos casi a volandas sobre sus carros para que se les vea bien desde cualquier sitio.
Paradojas de la vida, durante la sublevación fascista de 1936, se decidió pintar a los aurigas de negro sobre el latón dorado para evadir un punto de referencia a los los aviones rebeldes. Una vez pasada la guerra, lo normal hubiera sido volver a pintar el conjunto escultórico con su cromatismo original, sin embargo, no fue así, por lo que Madrid conserva cicatrices de la guerra en forma de aurigas.
Los aurigas obra de Higinio Basterra en el año 1923, fueron protagonistas de otra anécdota antes de su instalación. En el transporte previo, cuando venían de la fundición de Bilbao. Resulta que una de las figuras, sin menor explicación, se perdió por el camino. Por ello, el arquitecto recorrió cientos de kilómetros en busca de su poco común objeto perdido, hasta que logró encontrarlo. Los aurigas siempre presentes en la vida madrileña, han sido hasta protagonistas principales en peliculas.
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