
Me he despertado a las 6, queda una hora para el toque de diana. Hago un repaso a la etapa anterior, ¡La etapa reina! Fue dura, pero la hemos superado bien, Vamos a ver a mi anatomía. ¿Los pies? bien. ¿Agujetas? Ninguna. ¿Las piernas? bien. Ahora lo espiritual. ¿Ilusión? Intacta. ¿Ánimos? A tope.
Cruzamos la carretera y entramos en una vereda llena de hayas, acebos y helechos. Respiro profundamente, lleno mis pulmones, con la intención de adueñarme de toda esta pureza. No tardamos mucho en afrontar el primer alto de la jornada: S. Roque. Las vistas son impresionantes. A la izquierda, la sierra de O Courel; a la derecha la montaña lucense. En pleno alto agradecemos la presencia de una estatua en homenaje al peregrino medieval. Hacemos unas fotos, bebemos un poco de agua y reanudamos la marcha.
Homenaje al peregrino-Alto S. Roque J.K.Ruiz |
El caminar es continuo y relajado, vamos hablando y riendo. En un momento tercia un peregrino que ha oído algo de baloncesto y se monta una tertulia móvil en torno al baloncesto, al Real Madrid, a Joan Plaza - por si alguien no le conoce, es entrenador del Real Madrid y hoy anda por Europa entrenando- su nombre surge porque anda por estas tierras haciendo el camino, como nosotros.
La subida a este punto es corta pero muy empinada. En el trayecto adelantamos a una pareja de orientales muy pintorescos, la verdad. Él lleva un vestido oriental y, rosario en mano, va reza que te reza; ella, unos metros más atrás, también con vestido oriental y cargada como un burro. Después de pasar algún apurillo en una rampa, coronamos y nos sentamos a la puerta del bar. Al poco rato llega nuestro peregrino-entrenador algo remojado y nos tomamos unos tazones de café caliente.
Reanudamos la marcha los tres en animada conversación. Con la familiaridad que aporta haber compartido un café, nos dice que es de Vilafamés y que va hacer etapas de 45 kilómetros. Es curioso como el camino facilita el dialogo entre las personas.
Orientales en el camino J.K. Ruiz |
Sin darnos cuenta entramos en un descenso pedregoso que no terminará hasta la meta. Si las subidas son duras, las bajadas son durísimas. Las rodillas se resienten. Nos encontramos con una pareja que está esperando a las asistencias: sus rodillas no aguantan más. ¡Qué mala suerte!
En este tobogán adelantamos a muchos peregrinos, pero nos llama la atención la dificultad enorme con la que algunos que caminan arrastrando un cansancio infinito y unas limitaciones físicas que parecen insalvables. Estas personas esforzadas y resueltas nos enseñan que la fuerza de voluntad y el espíritu de sacrificio hacen milagros.
Lo últimos kilómetros se hacen interminables. Afortunadamente, sobre las 13,30 llegamos a las puertas del hotel/albergue Xacobeo. El establecimiento está muy limpio, las instalaciones son magnificas.
Sobre las 14 horas y después de ducharnos, curar alguna ampolla y descanar un rato, bajamos en busca de nuestro amigo de Vilafamés para comer. Nos sentamos en la calle, bajo sombrilla, y terminamos de comer rezando para que no llueva. Tras el café, nos despedimos de nuestro amigo con la certeza de que no le volveremos a ver, pero con la convicción de que nunca lo olvidaremos.
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Iglesia de Triacastela J.K.Ruiz |
En Triacastela nos llama la atención un molino fluvial y la iglesia románica, testigo del trasiego de las gentes desde el siglo XII. Comprobamos cómo el abandono y la dejadez han echado raíces en sus , antaño, casas solariegas.
Después de cenar, preparamos las ropas y las mochilas para el día siguiente. Antes de las diez caemos en la cama como sacos terreros.
Solo estamos al final de la segunda etapa, pero me da la impresión de que ha transcurrido mucho tiempo desde que salimos de Madrid. Tengo la sensación de llevar años caminando.
Fotografía: J.K.Ruiz y J Ruiz en la red
Lecciones del camino:
- Todas
las metas se consiguen con trabajo, paciencia y perseverancia.
- Todos los peregrinos a una hora u otra,
terminan la etapa.
- Una
retirada del camino, no es un adiós, es un hasta luego.
Fotografía: J.K.Ruiz y J Ruiz en la red
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