martes, 30 de abril de 2013

Triacastela - Sarria por Samos. “ENIGMÁTICA, MÁGICA… PRECIOSA”



     Abrimos la ventana  a las siete y la lluvia nos da los buenos días. Tenía que llegar. ¿Qué es Galicia sin lluvia?


                                   Corredoira                    J.K.Ruiz
     El día es plomizo, gris y frío. No hay más remedio que sobreponerse y hacer frente a lo que venga. Le decimos mentalmente al tiempo:”Estamos aquí y nos da igual lo que nos eches". Con las dificultades añadidas por la lluvia abandonamos Triacastela por la variante de Samos. Nos acompaña la lluvia y dos alemanas mayorcitas que andan como si fuesen jóvenes. Nos vemos obligados a caminar por el arcén, esto convierte nuestro paseo en algo extremadamente pesado y peligroso, 
    Paso a paso, llegamos a S, Cristovo do Real. Aquí tomamos un camino que nos parece de cuento, de esos que se describen en el Bosque animado. Nos parece increíble que aún se conserven parajes tan hermosos. Un camino de caminos, una senda tapizada de musgos y  de helechos,  abrigada por árboles de un limpio e intenso color verde.  El camino aquí te abraza y te protege, te arropa  y te mece en corredoiras misteriosas y solitarias. 
  La lluvia no da descanso y crea un ambiente húmedo, limpio, puro, un combinado aromático  de hierba y tierra mojada. En medio de todo,  nosotros  dos, deseosos de absorber e impregnarnos de  estas sensaciones únicas, de esta atmosfera cristalina y mágica.
   Con estas ensoñaciones llegamos a S. Martiño do Real. De nuevo, una iglesia románica, sencilla y humilde nos saluda, nos acoge con la hospitalidad de una abuela amorosa. Nos quedamos prendados de su belleza campesina, pero no podemos detenernos más.
         Las damas de los Prados         J.K.Ruiz
  Continuamos subiendo, bajando, kilómetros y kilómetros, siempre por corredoiras. Nos cruzamos con unas vacas que caminan obedientes detrás de los pastores en busca de mejores prados.  El camino es estrecho y  al encontrarnos de frente, todos nos sorprendemos.  No sé quién siente más miedo si las vacas o nosotros. Amablemente, puesto que son damas, las cedemos el paso, son las damas de los prados y  nosotros Lancelots, los caballeros andantes del camino.
   En las dos últimas horas solo nos hemos cruzado con dos señoras que forman una extraña pareja. Lo dejaré así en extraña pareja.
 Por sorpresa, entre  las rendijas de  un tupido zarzal, aparece ante nosotros el impresionante Monasterio de Samos. Contemplar el edificio desde la altura es un privilegio inusitado. La reciedumbre de sus muros y su contundente presencia fortalece nuestras piernas doloridas. Sin perder de vista las piedras centenarias iniciamos un descenso que solo se detendrá a las mismas puertas de la abadía benedictina. La selva de helechos, el murmullo de los ríos, apenas incipientes nos acompañan hasta el final de la pendiente, próximos ya al río. Asomándonos a sus aguas  por un costado, damos fe de la fama de río truchero que ostenta.

                                                                           Monasterio de Samos                                                               J.K.Ruiz  

   Entramos en el monasterio con la intención de admirar unos bordones que venden en la tienda para turistas. Los talla un monje muy dicharachero que, por lo que veo, no ha renovado su estrategia de venta. Suele usar chascarrillos y regatear, pero esta vez, no podemos comprar dadas las limitaciones de equipaje en los aviones, además ¿abandonar ahora nuestros bastones? Ni hablar, se han convertido en nuestros aliados, en nuestros confidentes, en nuestros más íntimos amigos, son una prolongación de nuestro cuerpo, están empapados de nuestras sensaciones y sentimientos… y todo esto, solo en tres días. No, no los cambiaríamos por nada, sería como una traición inadmisible.
  Salimos del monasterio, subimos a ver la capilla prerrománica del ciprés y todo el bosque ajardinado que la rodea. Bueno, bueno. No se puede contar, hay que verlo.
                          Monasterio de Samos                 J.K.Ruiz
  El cielo cada vez se pone mas negro y decidimos abandonar Samos lo antes posible. A duras penas salimos del pueblo cuando nos cae una tromba de agua , que nos obliga a estrenar las capas de agua. El camino se endurece, la lluvia y la capa de agua dificultan todo, el paso, las fotografías, la transpiración.
  No se puede plasmar este paraíso de forma escrita o en fotos, los olores, el aire fresco en la cara, el agua resbalando por nuestro cuerpo, la unión de la naturaleza con nosotros, solo puede quedar en nuestro recuerdo y en nuestra alma.
  Caminamos muchos kilómetros sin cruzarnos con nadie, la lluvia nos da descanso por momentos y estos son maravillosos. Dejamos atrás las aldeas de Gorelfe y Sivil , apartir de aquí, comenzamos a ver personas, pazos, vamos civilización.  

   Llegamos a Aguida, lugar donde confluyen las dos variantes de esta etapa. Son cerca de las dos de la tarde, comienza otra vez a llover y la ansiedad por llegar a Sarria nos hace emprender  una carrera desenfrenada para llegar al  hotel.
                                  Iglesia Prerrománica            J.K.Ruiz
  Sobre las tres nos presentamos en el hotel. Estamos mojados, cansados, doloridos, pero con la alegría de haber terminado la tercera etapa y el camino en solitario. O mejor dicho con la alegría de haber transitado por esta etapa, posiblemente irrepetible, en este camino por lo menos. Si,"París, bien vale una misa”, esta etapa por sí sola, “bien vale un viaje”. 
   Terminada la siesta de rigor, salimos a la calle para comprar algunas cosas que nos hacen falta. A la entrada del hotel nos encontramos con los peregrinos del grupo al que nos uniremos esta tarde. Ahora, hubiéramos preferido  seguir como en las etapas anteriores, es decir, solos. Estamos tan a gusto haciendo lo que queremos, que  la mínima posibilidad de interferencia  nos molesta.      
   A las ocho en punto volvemos al hotel para asistir a la reunión del grupo. Saludamos a todos y escuchamos las normas generales de la ruta en boca del jefe de guías.  
        
                                                                                           Corredoira                                                                  J.K.Ruiz
  Seguidamente nos dirigimos al restaurante para cenar.  Las reservas que teníamos respecto al grupo se van disipando. Nos sentamos con dos compañeros : uno madrileño y  otro navarro, muy campechano y muy gracioso. Lo pasamos muy bien, cenamos y nos reímos mucho. 
Con la luz apagada y antes de caer dormido, pienso que hoy podemos decir que terminamos la primera fase del Camino de los Ruiz, Hemos vivido tres etapas duras, tres etapas solos, sin coche de apoyo y con nuestras reservas. Estamos cansados .  Tenemos alta la moral, estamos contentos y con muchas ganas de continuar camino,


Lecciones del camino:

    -Hay que estar abierto  a los demás en todo momento.    

   -La belleza de la naturaleza no tiene parangón. Por ello hay que respetarla y cuidarla para nuestros hijos, nietos y tataranietos, amén.  

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