viernes, 3 de mayo de 2013

Palas de Rei - Arzua. "ROMPE PIERNAS CON PULPO DE POR MEDIO"


   
     Me he levantado sobresaltado, quizá la noche y el cansancio nos provoquen viajes astrales que nos devuelven a casa, junto a nuestra gente a la que echamos de menos.
         Hoy nos enfrentaremos con la etapa más larga y de perfil más quebrado. Vamos que esta es una de las que se conocen como “rompe piernas”. Trato de no pensar en el relieve de la etapa, pero no alivia mi preocupación asomarme por la ventana y observar el cielo gris y cargado de agua. En la ventana se dibuja una estampa bucólica donde las haya: un hórreo rodeado por un prado de intenso y brillante color verde. La escena me invita a elevar una plegaria al cielo de los caminantes suplicando que hoy el agua nos de una tregua.   
Al salir a la calle, el aire fresco me termina de despertar y ahuyenta las malas vibraciones con las que me he levantado esta mañana.
    Abandonamos la localidad por la Rua Rio Roxán, tomamos una senda rodeada de robles y eucaliptos, lástima que el barro lo inunde todo. Perdidos en nuestras reflexiones atravesamos S. Xulián do Camiño y bajamos hasta el río Pambre. Encaramos ahora una corredoira espectacular que recuerda al caminante los lejanos bosques de laurisilva, allá en la isla de la Gomera. Árboles retorcidos, llenos de líquenes y musgos atrevidos que tapizan troncos y piedras, helechos con sus rizomas al aire que se convierten en el paseo preferido de los caracoles.

   En Campanilla, después de pasar una empinada cuesta, damos la bienvenida a A Coruña y nos despedimos de Lugo y, creemos, también de la lluvia.
   A la entrada de la aldea de O Coto, de la parroquia de Leboreiro, vivimos la experiencia de ver por primera vez un cabazo. Según nos dicen es un artilugio muy útil para conservar el maíz. ¡Cuánto se aprende! 
  Continuamos caminando y entramos en un tramo paralelo al parque empresarial de Melide.  Esto es feo y aburrido.

Dicen que en Melide  hacen el mejor pulpo a feira de toda Galicia. Nos han recomendado ir a Casa Ezequiel, así que damos unas cuantas vueltas con el objetivo de encontrar el local. Cuando, por fin, damos con el dichoso Ezequiel nos encontramos con los guías y compañeros lesionados que han llegado antes que nosotros. En un abrir y cerrar de ojos tenemos al pulpo pavoneándose en la mesa. No tardamos en dar cuenta de las dos raciones y de una botella de ribeiro. Mientras tanto han ido llegando viejos conocidos, el chino, El ciclista, Marcelo y su gente, los de Vinaroz. Pasado un rato tenemos que despedirnos y continuar camino, el pulpo ha caído muy bien. Pero el vino, nos suelta la lengua y afloja las piernas.   Abandonamos esta población, punto de unión del camino francés y el camino primitivo que viene de Oviedo. Tomamos dirección a San Martiño, visitamos la iglesia de Sta. María de Melide, que alberga la única reja románica de Galicia. El camino nos va envolviendo en un paisaje de cuento, eucaliptos, prados, musgos, árboles de hoja caduca y un sol tímido que se asoma a vernos. Después de cruzar el rio Catasol, por un paso empedrado. Comienza un sube y baja que no acaba nunca.
Estamos cansados, bastantes cansados. Son cerca de 150 Km. los que llevamos en la botas y pesan. En el aspecto mental, vamos algo mejor. Encaramos ahora una hoja de sierra con subidas y bajadas interminables. Sufrimos mucho y tenemos la sensación de que no acabaremos nunca. En uno de los repechos nos encontramos con la infatigable Carmen que decide acompañarnos al atravesar este tramo boscoso porque ha visto a unos peregrinos que no le han dado buena espina. 
Miro al horizonte con la esperanza de encontrar a lo lejos la entrada a Arzúa, pero no se ve nada y el cansancio y la ansiedad poco a poco se va apoderando de nosotros. Sufrimos mucho, mucho.
      Adelantamos a la mejicana que conocimos en el desayuno del día anterior, nos comenta que va sin fuerzas y que no sabe si llegará hasta el final. . Un kilómetro más allá, aparecen unos carteles: son los de nuestro hotel ¡por fin!     
Comemos rápidamente y nos vamos a la habitación, la cara de Juanki es un poema y la mía no debe ser menos. El cansancio es máximo. Le digo a Juanki que se duche primero y después lo hago yo, pero cuando salgo me encuentro una habitación a oscuras impregnada de olor a Reflex. La atmósfera es tan espesa que nos e puede respirar. ¿Mi hermano? Mi hermano, roncando.

Los gemelos pétreos y los continuos calambres no me dejan dormir, así que decido quedarme quieto intentando que no se me agarroten los músculos. A las seis de la tarde bajamos al pueblo con un grupo de compañeros a comprar queso y tomar unas cervezas. Esto nos ha servido para olvidarnos de las penalidades del día.                                        
      Nos disponemos a dormir, mañana es una etapa dura de por sí , pero con el cansancio acumulado y las lesiones seguro que se hace durísima. Ya veremos lo que pasa.         
  

     

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