Tras diez horas en la cama, nos hemos levantado con la esperanza de encontrar un día de sol. Cuál ha sido nuestra sorpresa al comprobar que Portomarín estaba envuelto en una densa niebla.
A medida que descendíamos para cruzar el río, la niebla se ha ido haciendo tan densa, enigmática y hasta fantasmagórica que hemos tenido la sensación de que en cualquier momento iba a aparecer el famoso bandido Fendetestas o La Santa Compaña o una meiga. Desafortunadamente, no ha ocurrido nada de esto y nos hemos tenido que conformar con el esfuerzo, el cansancio y la humedad. Ahora que, entre nosotros, algunos cuerpos que nos han adelantado con aspecto distraído y piernas cerúleas, nos han parecido peregrinos difuntos, en estado digamos que indefinido, en busca de una salida. No sé, no sé.
Un poco más adelante, la mañana ha ido abriendo y haciendo cierto el refrán "Mañanita de niebla, tarde de paseo" . A partir de ahí, el paisaje ha cambiado de forma radical y nos hemos encontrado con campos verdes, repletos de flores radiantes, resplandecientes y un calor un poco molesto. Aunque, bueno, no nos quejaremos.
Pasito a pasito hemos llegado a Palas de rei, en medio de la música de una marcha triunfal. La que sonaba en nuestra mente, satisfecha por el magnífico ritmo que hemos podido imprimir a nuestra caminata. Ciertamente, hemos disfrutado de la etapa y de la compañía.
Pasaremos la tarde reponiendo energía. Ya quedan pocos días para llegar a Santiago y menos fuerzas para lograrlo. No obstante, estamos contentos por las dificultades superadas y preocupados por las que nos queden por afrontar. Estamos felices, a pesar de echar de menos a las personas que nos quieren.
Un abrazo a todos, en especial a los faceperegrinos que nos acompañan cada día en el Camino virtual a Santiago.
Un abrazo.
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