Triacastela - Sarria
Desde la cama, arropado hasta la cabeza por el frío, escucho el canto de los pájaros e imagino que el día debe de ser bueno. Después de un rato -el suficiente para tomar el valor de levantarme y abrir la ventana-, he comprobado que, efectivamente, la mañana es soleada aunque el termómetro no alcance siquiera los cuatro grados.
Al salir a la calle los peregrinos pasan con el soniquete de siempre "buen camino, buen camino". Para nosotros el camino no empieza hasta después de tomar los zumos de naranja y limón de rigor, hasta ese momento el camino no es bueno ni malo, es camino.
Hemos decidido llegar a Sarria por la variante de Sanxil y, en verdad, no nos ha defraudado. Hemos estado toda la mañana inmersos en un bosque atlántico, con corredoiras llenas de musgos, líquenes, troncos medio caídos, todo en penumbra: la espesura de estos bosques impide la entrada de los rayos del sol. 
Todo parece caótico, como puesto al azar pero, si te paras un momento y observas, puedes comprobar que todo tiene su motivo y su causa: la naturaleza cumple siempre sus leyes.
Con las piernas cansadas y los síntomas de los dos cientos de kilómetros que llevamos, hemos llegado a Sarria, donde descansaremos una jornada, lavaremos la ropa, visitaremos a los mecánicos e intentaremos relajar los músculos para afrontar el tramo final con garantías.
Sarria es un pueblo precioso, con una iglesia románica y un melancólico río rodeado de frondosos árboles. A ello hay que sumar su sobresaliente oferta culinaria. Creo que hemos elegido bien el lugar para hacer un alto en el camino.
Llevo ochos días caminando y parece que hace un mes. Empiezo a echar de menos todo lo cotidiano y sobre todo a las personas que quiero. Con esto no quiero decir que lo pase mal, que esto sea un calvario, que me quiera volver, pero las con son así y así quiero expresarlo.
Un abrazo a todos los visitadores y lectores de mi cuaderno, por vuestra paciencia e indulgencia con mis artículos. Un abrazo para todos, faceamigos, amigos y familia, todos venís conmigo.
Fotografía: J Ruiz
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