domingo, 27 de septiembre de 2020

leyendas y lugares. Las mil lunas del pirata Ben Tragel. Elche

  Cuenta la leyenda que una de las veces que desembarcó Ben Tragel en Elche, en este caso en años posteriores al encuentro de la imagen de la Virgen de la Asunción (1370), el corsario halló su penitencia en este rincón del Mediterráneo. Al parecer, contento con el botín obtenido en el asalto, Ben Tragel perdonó la vida a algún que otro clérigo y monja del lugar, complaciéndose tan solo con todo lo obtenido.

 Descansando en el puerto y embarcando todo el botín a la luz de la luna, Ben Tragel divisó entre las palmeras cercanas una bella figura que brillaba a la luz de luna. La curiosidad hizo seguir aquella mujer que se desaparecía a cada lugar donde el corsario la veía, haciéndole caminar más y más entre los palmerales hasta llegar a la población, donde las tropas cristianas habían llegado para intentar apresar a los piratas. El barco de Ben Tragel partió por su propia orden, a pesar de que marineros suyos le advirtieron del peligro de la llegada de los cristianos.

Resultó que aquella mujer que irradiaba luz en aquella noche le condujo, por desgracia, hasta la Torre de la Calahorra, donde allí fue apaleado y apresado a los calabozos de la propia Calahorra, por orden de un cura, a pesar de que el pueblo clamaba su muerte. Cuentan que durante las noches de su encierro, con la luna, Ben Tragel recibía cada noche la visita de aquella mujer que solo él podía ver y que no podía abrazar. Tal fue el hechizo que produjo esta mujer en el protagonista de esta historia que, incluso con la visita de un amigo berberisco a los calabozos, insistiéndole que aguantara hasta la llegada las tropas de su hermano Zeit, este declinó la ayuda y le instó a que soltase a un fraile que tenía encadenado en Orán en la puerta de su casa como a un perro.

Para cuando este fraile volvió a Elche tras la clemencia mostrada por Ben Tragel, solicitó verlo para poder entablar conversación con él. Cuentan que tras las palabras con el corsario, el propio cristiano apresado que estuvo más de diez años apresado recomendó al cura que evitó el apaleamiento bautizar en la fe de Cristo a aquel que rezaba por Alá. Aquellas palabras, a pesar de ser escandalosas, consiguieron reconsiderar el bautismo para Ben Tragel. Días después, en la cercanía de la ermita de San Sebastián, mudéjares y cristianos se reunieron para asistir al acto de bautismo del corsario.

Resultó que cuando el reo llegó a la pila bautismal y alzó la vista, observó que aquella imagen que se le había presentado tantas noches y que le condujo hasta la Torre para ser apresado, era la imagen de la Virgen de la Asunción, lo que hizo que ante todos los asistentes, incrédulos, gritase lleno de júbilo por haberla encontrado tras descubrir que la Virgen quiso purgar sus pecados y absolverle.

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