Hay un dicho manchego relacionado con una linde y un tonto que dice que "La linde termina, pero el tonto sigue". Creo que no hay duda sobre el papel que representa el Ministro de Educación, el señor Wert.
Este tonto, perdón, este ministro, creo que no conoce el significado de la palabra dignidad, ya que es la única explicación que se me ocurre para el inmenso apego de este señor al sillón y a la cartera del Ministerio de Educación.
Es el ministro peor valorado del gobierno y esto es mucho. A este señor, los maestros, los profesores, los funcionarios, el personal laboral, los padres, los abuelos, los tíos y las tías, los alumnos actuales, los pasados y los futuros no le quieren, le invitan a marcharse, le insultan y le cantan coplas.
Pues nada, a este señor parece que le va la marcha. Es una relación sado-masoquista la que mantiene con la ciudadanía, el caballerete Ministro. Cuanto más le dan, más contentito se pone.
Pues nada, a este señor parece que le va la marcha. Es una relación sado-masoquista la que mantiene con la ciudadanía, el caballerete Ministro. Cuanto más le dan, más contentito se pone.
No está satisfecho con dos años de rechazo social y , erre que erre, ahora va y cambia las normas de los Erasmus justo cuando los estudiantes están dispersos por el mundo aprovechando su beca. Y encima tiene la desfachatez de apelar a la manoseada teoría de favorecer al débil y demás milongas, cometiendo la vileza de encomendar a su novia -la número dos del ministerio- la indigna tarea de comunicar a la ciudadanía tan eficaz medida. ¡Ay, ay, ay, Señor Wert!
Horas después se produce, como si de un cumpleaños se tratara, un continuo y unánime tirón de orejas al Ministro. Todo el arco nacional y europeo a por las orejas del ministro. Tanto es así, que se temía que alguien se quedase con alguna oreja en la mano. Vamos, cual torero dando la vuelta al ruedo.
Como guinda del pastel, le convoca a una reunión su mentor, el señor Rajoy, con Sorayita Sainz de Santamaria y el señor Montoro, supongo que con la intención de convencerlo para que deje de hacer el ridículo. Creo que los gritos del Ministro por los tirones de los pabellones auditivos se oían a kilómetros distancia.
Como guinda del pastel, le convoca a una reunión su mentor, el señor Rajoy, con Sorayita Sainz de Santamaria y el señor Montoro, supongo que con la intención de convencerlo para que deje de hacer el ridículo. Creo que los gritos del Ministro por los tirones de los pabellones auditivos se oían a kilómetros distancia.
No salgo de mi asombro, cuando hoy sale el señorito Wert -bien es cierto que con las orejas más coloradas que un tomate- y se descalza con que se siente muy apoyado.
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