Mi mundo gatuno y yo - Capítulo 14.

    Como era previsible, Melendi y los mininitos superaron con nota casi todas las asignaturas de la primera y de la segunda evaluación. Tan solo se les atragantó un poquito Limpieza II y Conducta gatuna, pero bueno. Han pasado con un cinco pelado, gracias a que la junta de evaluación ha levantado la pata -no sin grandes polémicas, pues Feíto quería hacerles repetir: ya conocemos su carácter y su mal humor perpetuo.

     El domingo pasado acudimos al acto de graduación gatuna. El birrete no dio problemas, pero la banda casi casi fue imposible  imponerla. El acto solemne fue presidido por la Rectogata Canelita, la Decagata Rebequito y todos los honorables profegatunos.

     Después de numerosos gatodiscursos y llamadas a continuar por el camino del conocimiento ancestral gatuno y cantar el Gaudemos gatus, concluyó el acto con un ágape en los jardines de la cabaña, donde se sirvieron, piensos variados, fiambres, hígados, bofes y demás delicias,  todo ello regado con agua de la tierra.   

      Al día siguiente los nuevos graduados estaban como tontos, no sabían qué hacer. Acostumbrados a la escuelagatuna, deambulaban sin ton ni son, de un lado en otro.
       La gatiarca Carafina tuvo que tomar cartas en el asunto y ponerles a realizar labores de provecho para la comunidad y así calmarles un poco y hacerles más sencilla la inserción en la vida gatuna normal. De vez en cuando les brota el deseo de jugar y arman una revolera de saltos, carreras, revolcones, piruetas y toda clase de suertes acrobáticas. Eso si, bajo la atenta y comprensiva -todo hay que decirlo- mirada de Gotu y  de Carafina.