El papa Francisco anunció el viernes 13 de marzo en la Basílica de San Pedro, durante la Jornada penitencial, la celebración de un jubileo de la Misericordia, un año santo extraordinario. El Jubileo de la Misericordia es un jubileo que se celebrará durante el Año Santo Extraordinario que comenzará el 8 de diciembre de 2015 y concluirá el 20 de noviembre de 2016, para celebrar el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, profundizar en su implantación y situar en un lugar central la Divina Misericordia, con el fortalecimiento de la confesión.
Diversas catedrales de todo el mundo se han unido a la celebración abriendo sus Puertas Santas y preparándose para festejar el año jubilar de la Misericordia.
La catedral de Santiago ha vivido la apertura de la Puerta de la Misericordia, el nombre que recibirá la llamada Puerta Santa en el inicio del Año Jubilar Extraordinario.
El arzobispo Julián Barrio con una llave se ocupó de esta misión, tras la cual, empezaron a tocar las campanas el repique francés, un sonido que no se escucha en la capital gallega, meta de todo peregrino, desde finales de la década de los setenta.
La convocatoria auspiciada por el Papa Francisco ha propiciado este acto, con un ritual, procesión incluida, que ha marcado notables distancias con el que se vive en cada Año Santo, pues el cortejo ha sido, mucho más humilde.
Diversas catedrales de todo el mundo se han unido a la celebración abriendo sus Puertas Santas y preparándose para festejar el año jubilar de la Misericordia.
La catedral de Santiago ha vivido la apertura de la Puerta de la Misericordia, el nombre que recibirá la llamada Puerta Santa en el inicio del Año Jubilar Extraordinario.
El arzobispo Julián Barrio con una llave se ocupó de esta misión, tras la cual, empezaron a tocar las campanas el repique francés, un sonido que no se escucha en la capital gallega, meta de todo peregrino, desde finales de la década de los setenta.
La convocatoria auspiciada por el Papa Francisco ha propiciado este acto, con un ritual, procesión incluida, que ha marcado notables distancias con el que se vive en cada Año Santo, pues el cortejo ha sido, mucho más humilde.
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