Venerado como san Blas, fue un médico, obispo de Sebaste (Sebastensis armenorum) en Armenia (actual Sivas, Turquía), y mártir cristiano. Hizo vida eremítica en una cueva en el bosque del monte Argeus, que convirtió en su sede episcopal. Fue torturado y ejecutado en la época del emperador romano Licinio, durante las persecuciones a los cristianos de principios del siglo IV.
Su culto se extendió por todo Oriente, y más tarde por Occidente. En la Edad Media, se llegaron a contabilizar solamente en Roma 35 iglesias bajo su advocación. Su festividad se celebra 3 de febrero en las Iglesias de Occidente y el 11 de febrero en las de Oriente.
Se lo considera patrono de los enfermos de garganta (faringe) y de los otorrinolaringólogos. También es patrono de la República del Paraguay, de numerosas localidades españolas y de Dubrovnik (Croacia). En esta ciudad, su festividad es emblemática y casi milenaria (se remonta como mínimo al año 1190) y se incorporó en 2009 a la lista del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Hagiografía.
Según la tradición, Blas de Sebaste era conocido por su don de curación milagrosa, que aplicaba tanto a personas como a animales. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al clavársele en la garganta una espina de pescado. Este sería el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta el 3 de febrero.
Se le acercaban también los animales enfermos para que les curase, pero en cambio no le molestaban durante su tiempo de oración.
Cuando llegó a Sebaste la persecución de Agrícola (gobernador de Capadocia) contra los cristianos (la última persecución romana), sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de san Blas. Allí encontraron a Blas en oración y le detuvieron.
Agrícola trató sin éxito de hacerle renegar de su fe. En la prisión, Blas sanó a algunos prisioneros. Entonces el gobernador le mandó matar y fue arrojado a un lago. Pero Blas, de pie sobre la superficie (como el milagro atribuido también a Jesucristo), invitó a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero todos se ahogaron. Cuando volvió a tierra (por orden de un ángel), fue torturado (colgado de un poste y lacerado con rastrillos de cardar) y finalmente decapitado. Según el Diccionario de los Santos, las Actas de este mártir carecen de consistencia histórica, pero fueron muy populares a partir del alto medievo, tanto en Oriente como en Occidente, donde llegaron a través de diversas traducciones latinas de un texto griego.
Su culto se extendió pronto por toda la iglesia. Es costumbre popular invocarle particularmente para remediar afecciones de la garganta.
Oración a San Blas.
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- ¡Oh!, glorioso San Blas, que con vuestro martirio habéis dejado a la Iglesia un ilustre testimonio de la fe, alcanzadnos la gracia de conservar este divino don, y de defender sin respetos humanos, de palabra y con las obras, la verdad de la misma fe, hoy tan combatida y ultrajada.
- Vos que milagrosamente salvasteis a un niño que iba a morir desgraciadamente del mal de garganta, concedednos vuestro poderoso patrocinio en semejantes enfermedades; y sobre todo obtenedme la gracia de la mortificación cristiana, guardando fielmente los preceptos de la Iglesia, que tanto nos preservan de ofender a Dios. Así sea.
Refranero.
El refranero español es pródigo en frases y sentencias de uso común que hacen referencia a Blas de Sebaste:
- «Por san Blas la cigüeña verás, y si no la vieres: año de nieves». Hace referencia a la llegada de las cigüeñas a España, que se produce a principios de febrero excepto en años muy fríos.
- «Por san Blas, hora y media más». Refiere que en la fecha de la festividad de Blas de Sebaste, transcurrido casi un mes y medio de invierno, la duración del día es manifiestamente más prolongada.
- «San Blas bendito, cúrame la garganta y el apetito».
- «San Blas, tú me llamarás». Refiere que la afección de garganta provocará en el propio fiel el recordatorio del santo.
- «San Blas, San Blas, que se ahoga este animal». Cuando alguien se atraganta mientras se le da en la espalda para que se le pase. Este refrán es muy típico en Alhama de Granada.
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