Hay dos tipos de personajes en la vida. Unos a los que se les conoce, recuerda o se les tiene en cuenta -para bien o para mal-, por haber destacado por sus actos y las consecuencias que han tenido en la sociedad o en tu vida particular.
Los otros son unos individuos reales o de ficción que nos acompañan y ayudan en nuestro devenir, que están siempre presentes aunque nadie se acuerda de ellos.
Pues bien, hoy,Domingo de Resurrección, quiero acordarme de todos ellos, sin que esto se convierta en un homenaje. Simplemente es un recuerdo y un agradecimiento.
Vamos allá. Mi profundo respeto y admiración a:
Al que asó la manteca, sin él, más de uno lo hubiéramos hecho también.
Jaimito, el de los chistes de nuestra infancia.
La que se desnucó por vérselo, curiosa contorsionista que nos advierte hasta dónde nos puede llevar la curiosidad.
El ordinario de Cuenca, que hacía muchos viajes, cargado y muy despacito.
El hombre del saco, que ni tenía saco, ni na de na.
La gata flora, que nos enseña el inconformismo animal.
Zafra, el pobre hombre se fue al otro barrio calado hasta los huesos, según nos recuerda la expresión "llueve más que cuando enterraron a Zafra".
La gallina de los huevos de oro, que según las malas lenguas, ni era gallina, ni ponía huevos.
Jaimito, el de los chistes de nuestra infancia.
La que se desnucó por vérselo, curiosa contorsionista que nos advierte hasta dónde nos puede llevar la curiosidad.
El ordinario de Cuenca, que hacía muchos viajes, cargado y muy despacito.
El hombre del saco, que ni tenía saco, ni na de na.
La gata flora, que nos enseña el inconformismo animal.
Zafra, el pobre hombre se fue al otro barrio calado hasta los huesos, según nos recuerda la expresión "llueve más que cuando enterraron a Zafra".
La gallina de los huevos de oro, que según las malas lenguas, ni era gallina, ni ponía huevos.
¡Va por todos ellos! ¡Gracias por estar!
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