Estoy harto de oír en los medios de comunicación la coletilla "en funciones" para referirse al gobierno de Mariano Rajoy. Pues bien, creo que se equivocan absolutamente. Este es un gobierno de excepción no de función.
Excepcional es todo aquello que no se somete a la regla y, en este caso, este gobierno no se somete a la norma democrática.
La norma establece que los ciudadanos, por medio del voto, eligen a los parlamentarios; estos, a su vez, eligen a un Presidente de Gobierno y este, a su equipo.
La norma establece que los ciudadanos, por medio del voto, eligen a los parlamentarios; estos, a su vez, eligen a un Presidente de Gobierno y este, a su equipo.
Ahora bien, cada escalón tiene que estar bajo el control de quienes le han elegido, y aquí es donde surge la excepcionalidad actual. El Gobierno de Mariano Rajoy se niega a someterse a sus electores, es decir, al control parlamentario. De esta forma han provocado una hemorragia democrática a toda la sociedad española. Hemorragia que, poco a poco, va debilitando las instituciones y a la propia sociedad, al no tener donde acogerse.
Esta situación anómala, que en otros países vecinos y socios con una democracia consolidada sería impensable, en este país de nombre España es lo más normal del mundo. Sin duda se debe a la costumbre de vivir durante décadas bajo el poder de gobiernos de excepción como este.
Es más, pienso yo, algunos de estos gobernantes es en la excepcionalidad donde mejor se mueven. No en vano, es lo que aprendieron desde su más tierna infancia.
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