
El miedo en el cuerpo para evitar una lesión inoportuna y el ansia de soltar las piernas, cual cuadriga de Ben-Ur, para que vuelen por los camino norteños.
El plan de preparación ya está marcado hasta la Semana Santa. No obstante, sería recomendable que, de cuando en cuando, nos probásemos un poco.

El otro día alguien me preguntaba o casi me increpaba ¿Por qué tanto Camino? ¿A qué tanto esfuerzo en vano? Me decía que era una tontería, que todo era una moda, vamos, que más o menos estábamos un poco locos. Eso sí, locos manipulados y carentes de personalidad.
Yo respeto a los que piensan de esa manera, faltaría más, pero si habláramos de manipulaciones, de tonterías y de personalidades vanas, seguro que llegaba el 27 de Mayo y estaríamos hablando todavía.
El Camino, en realidad, es diferente para cada peregrino. El soporte puede ser el mismo, pero el contenido es único.
El Camino, mi Camino, comienza como un reto contra la edad, el estado físico y mental, contra el tiempo. Mi Camino es una aventura controlada, un abrazo a la naturaleza, un punto y seguido.
No podría describir lo que se siente en lo alto de un monte perdido, con nubes amenazantes y el viento acariciando a veces y otras abofeteando. La satisfacción de terminar una etapa de 42 km. entero y dispuesto para el día siguiente, el escuchar el silencio a veces y la voz del bosque otras, la lucha con tu cuerpo que se resiste, es una experiencia casi inexplicable.
Mi Camino es sentimientos, reencuentros, reconciliaciones, pensamientos, creación, experimentación, es risas y son lágrimas.
Mi Camino es sentimientos, reencuentros, reconciliaciones, pensamientos, creación, experimentación, es risas y son lágrimas.
En resumen, mi Camino es la constatación de lo pequeños que somos y de la cantidad de tiempo que perdemos en estupideces.
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