Bodegas Ricla se abrió en 1867, sus fundadores
le pusieron el nombre de Ricla en honor a su pueblo, en Aragón. Durante la guerra civil, los vecinos usaban la cueva como
refugio, y al término de la contienda se reformó el local. Actualmente la
regenta la familia Lage, cuya madre Ana María es el alma culinaria del
lugar.
Unos de los lugares habituales en los aperitivos de domingo, una de las pocas tascas antiguas y auténticas que quedan por el centro de Madrid.
En la calle cuchilleros Nº8, entre locales típicos de guiris se encuentra este local que desde que abrió sus puertas en 1867, aun conservan el estilo de entonces, con sus enormes puertas verdes de madera y sus tinajas de vino.
Es un local pequeño y acogedor, al contrario que otras tascas el sitio está limpio y no huele mal, los camareros son agradables y educados.
Local pequeño, sin sitio para sentarse, con dos bonitas barras decoradas con azulejos, y una columna de hierro forjado en medio del local. Adornan las paredes unas bonitas tinajas, una saturadora de seltz y botellas de vino.
El canapé de bacalao en aceite es la tapa estrella, pero no desperecen los boquerones en vinagre, la cecina de León, los callos y conservas.
El vermouth es excelente, antes lo vendían a granel. Tiran bien la cerveza.
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