martes, 21 de marzo de 2017

Continua la caída de vendas.


    Después de casi sesenta años, de improviso, como el que no quiere la cosa, se me han empezado a caer vendas que tenía delante de los ojos y que sin lugar a dudas deformaban la realidad, convirtiendo el mundo en el que he vivido en un mundo desconocido y mi vida, en una vida casi, casi de ciencia ficción.  
     No sé hasta dónde llegaré, ignoro la cantidad de velos que me quedan por delante: esto es un verdadero sindiós. 
     Espero que dejen de aparecer estos iluminatis, sabelotodo que, en aras de la verdad, no dejan de fastidiar a los que como yo, a lo mejor, nos gustaría continuar en la ignorancia superlativa o en la sabida, que es la mejor de las ignorancias.
    Hace unos días, unos señores que no sé de dónde han salido, levantan un revuelo con un autobús donde dicen algo como: "Que no te engañen, lo niños tienen pene y las niñas vulva"
¡Joder! Con perdón, toda mi puta vida, perdón otra vez, creyendo que yo tenía, en el mejor de los casos, colita, y que las niñas tenían culito y ...
     ¡Zasca! ¡Pene y vulva! ¡Madre mía!
   A todo esto, las fuerzas llamadas progresistas han montado en cólera y las regresistas están más calladas que el caballo de Espartero, será que es verdad que nos han engañado. Y mientras, los damnificados con la autoestima por los suelos.
Campaña publicitaria en favor de los derechos de niños transexuales    Vamos a ver, estos señores no tienen vergüenza. ¿Cómo pueden arruinar mi vida y la vida de muchos al enterarnos de un tema tan trascendental y decisivo como es este?
     Nuestra existencia, nunca jamás volverá a ser como antes. ¿Por qué? Pues simplemente, por tres razones fundamentales, a saber:  

           1.- Hemos sido un poco tontos al vivir tantos años engañados, es como si creyéramos en los Reyes Magos; que, entre nosotros, yo no termino de creerme que sean los padres, pero bueno.
             2.- El trauma que voy a tener que llevar sobre mis espaldas, al enterarme de tal cosa, así, sin anestesia, sin  tan siquiera un mínimo de apoyo psicológico.

            3.- Nunca jamás podré mirar igual a los amigos, a los vecinos o vecinas, sabiendo que tienen tales cosas. 

     Espero que con el tiempo, y si dejan de caer pañuelos, se me vaya pasando y pueda volver a la tranquilidad. De momento voy para el  psicólogo y espero que me devuelva al mundo de la cola.

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