El Camino 2017 nació con un recorrido diferente al que al final se ha realizado.
En principio,el objetivo era recorrer el tramo comprendido entre Saint Jean de Pied de Port y Burgos.
Un recorrido de más de 300 km. repartidos en doce etapas y con el acicate principal de atravesar los Pirineos a pie, por la senda donde fue derrotado Roland. Pretendíamos pasear por los pueblos en los que discurrían las aventuras de Zalacaín.
Durante los primeros meses de preparación esa era la meta, y la verdad, me ilusionaba enfrentarme a la dificultad de los Pirineos, nada menos que el primer día de Camino. Ya se sabe que los inicios siempre cuestan y encontrarte con ese muro el primer día, supone que se debe comenzar en plena forma.
Por otro lado, una etapa de alta montaña crea mucha incertidumbre, ya que puede entrañar unas dificultades climáticas añadidas, tales como lluvias, nieblas o, incluso, nieve. Todo esto puede originar que sobre la marcha se deban tomar decisiones sobre el recorrido más conveniente o incluso el partir la jornada en dos. En fin que el inicio de este camino era una aventura en si mismo.
Una escapada otoñal me llevó por los últimos tramos de este Camino proyectado. Tuve la ocasión de comprobar que desde Logroño hasta Burgos el terreno es muy plano y desprotegido, apenas sin vegetación. Me encontré con un Camino paralelo a las carreteras. No era esa mi idea.
La verdad es que el paisaje es bonito, la oferta cultural muy interesante, pero me faltó una pizca de dureza, algún que otro bosque y algo de mar.
Además, este año era especial: un nuevo peregrino recibía el bautismo jacobeo y había que hacerle los honores con un Camino enigmático, mágico y pleno de naturaleza en estado puro, de esos que no se olvidan jamás.
A la vuelta del viaje de reconocimiento contacté con el resto de peregrinos y les informe de lo que había visto y de las alternativas que se nos planteaban.
En primer lugar podíamos hacer el tramo planificado tal cual, en segundo lugar el Camino Norte entre Irún y Santander. Como tercera alternativa,pensé en recorrer el tramo inicial hasta Pamplona y aquí tomar un tren que nos trasladara a San Sebastián. Continuaríamos después por el Camino Norte hasta Santander.
De las tres opciones se decidió realizar la segunda y postergar el Camino inicial para otro momento. Fue una pena tener que olvidar los Pirineos, a Roland y a Zalacaín, pero yo no descarto hacerlo más adelante.
Finalmente nos decidimos por cubrir el trayecto de Irún a Santander y añadir una etapa fantasma para compensar el abandono de los Pirineos. En total nos enfrentábamos a 320 km. en doce días, con mucho mar, mucha montaña, muchas cuestas y mucha belleza.
En principio,el objetivo era recorrer el tramo comprendido entre Saint Jean de Pied de Port y Burgos.
Un recorrido de más de 300 km. repartidos en doce etapas y con el acicate principal de atravesar los Pirineos a pie, por la senda donde fue derrotado Roland. Pretendíamos pasear por los pueblos en los que discurrían las aventuras de Zalacaín.
Durante los primeros meses de preparación esa era la meta, y la verdad, me ilusionaba enfrentarme a la dificultad de los Pirineos, nada menos que el primer día de Camino. Ya se sabe que los inicios siempre cuestan y encontrarte con ese muro el primer día, supone que se debe comenzar en plena forma.
Por otro lado, una etapa de alta montaña crea mucha incertidumbre, ya que puede entrañar unas dificultades climáticas añadidas, tales como lluvias, nieblas o, incluso, nieve. Todo esto puede originar que sobre la marcha se deban tomar decisiones sobre el recorrido más conveniente o incluso el partir la jornada en dos. En fin que el inicio de este camino era una aventura en si mismo.
Una escapada otoñal me llevó por los últimos tramos de este Camino proyectado. Tuve la ocasión de comprobar que desde Logroño hasta Burgos el terreno es muy plano y desprotegido, apenas sin vegetación. Me encontré con un Camino paralelo a las carreteras. No era esa mi idea.
La verdad es que el paisaje es bonito, la oferta cultural muy interesante, pero me faltó una pizca de dureza, algún que otro bosque y algo de mar.
Además, este año era especial: un nuevo peregrino recibía el bautismo jacobeo y había que hacerle los honores con un Camino enigmático, mágico y pleno de naturaleza en estado puro, de esos que no se olvidan jamás.
A la vuelta del viaje de reconocimiento contacté con el resto de peregrinos y les informe de lo que había visto y de las alternativas que se nos planteaban.
En primer lugar podíamos hacer el tramo planificado tal cual, en segundo lugar el Camino Norte entre Irún y Santander. Como tercera alternativa,pensé en recorrer el tramo inicial hasta Pamplona y aquí tomar un tren que nos trasladara a San Sebastián. Continuaríamos después por el Camino Norte hasta Santander.
De las tres opciones se decidió realizar la segunda y postergar el Camino inicial para otro momento. Fue una pena tener que olvidar los Pirineos, a Roland y a Zalacaín, pero yo no descarto hacerlo más adelante.
Finalmente nos decidimos por cubrir el trayecto de Irún a Santander y añadir una etapa fantasma para compensar el abandono de los Pirineos. En total nos enfrentábamos a 320 km. en doce días, con mucho mar, mucha montaña, muchas cuestas y mucha belleza.
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