Situada en Carabanchel, pagada a la Ermita del Santo.
El manantial (o quizás pozo) data del siglo XII, del que ya tienen noticias de sus aguas milagrosas. A esta fuente acudió para curarse bebiendo sus aguas la madre de Felipe II y mujer de Carlos V. La tradición popular atribuye uno de los milagros de San Isidro a este pozo, creado para calmar la sed de su amo: Iván de Vargas durante una calurosa tarde de verano. El manantial frotó espontáneamente al clavar Isidro su aguijada en el suelo, según reza la creencia popular.
El cuidado del manantial corre a cargo del Ayuntamiento de Madrid desde el siglo XVI, aunque desde sus inicios se intentó que los gastos corrieran a cargo del Consejo Real de Castilla.
La tradición hizo pronto que se celebrara una romería el 15 de mayo, siendo habitual besar las reliquias del santo y beber el agua que sale del manantial.
La pieza más destacada de la fuente es un mural adosado a la fachada, compuesto de varios elementos: la mayor parte de su superficie está ocupada por tres lápidas de mármol blanco, dos de ellas más grandes, dispuesta horizontalmente sobre las primeras. Todas ellas forman un único plano en el que quedan contenidas diferentes inscripciones, en letras grabadas y remarcadas con pintura roja y negra.
Sobre el conjunto, rematando el mural, se encuentra un pequeño relieve en estuco pintado que representa el milagro de la fuente, con la figura de San Isidro ocupando el centro alabando a Dios con la cabeza alzada hacia el cielo, y el manantial brotando frente a él. A ambos lados del santo aparecen, arrodillados, Iván de Vargas y sus labriegos, y coronando la escena se eleva una apoteosis angélica.
La fuente tiene un único caño metálico que brota de un balaustre central, realizado en mármol negro e incorporado a la parte mural. Esta pieza es una figura escultórica, compuesta por la superposición de diversas molduras: un cilindro inferior, del que parte un elemento central de forma abombada y rematada por una media bola elevada sobre un pie acampanado. Apoya sobre un pequeño bloque de caliza que descansa directamente en el vaso de la fuente, y de dicho punto de encuentro sobresale el caño, un sencillo tubo de bronce con la punta doblada hacia abajo y decorado en la parte superior con motivos vegetales en relieve.
Un único vaso de planta rectangular con las dos esquinas exteriores muy redondeadas, de medidas 0,65 x 1,7 x 1,2 m. Está formado por piezas de piedra caliza levemente abombadas en su parte inferior, donde muestran un surco horizontal que recorre todo el perímetro del vaso, y con un borde superior de perfil redondeado y algo sobresaliente.
El manantial (o quizás pozo) data del siglo XII, del que ya tienen noticias de sus aguas milagrosas. A esta fuente acudió para curarse bebiendo sus aguas la madre de Felipe II y mujer de Carlos V. La tradición popular atribuye uno de los milagros de San Isidro a este pozo, creado para calmar la sed de su amo: Iván de Vargas durante una calurosa tarde de verano. El manantial frotó espontáneamente al clavar Isidro su aguijada en el suelo, según reza la creencia popular.
El cuidado del manantial corre a cargo del Ayuntamiento de Madrid desde el siglo XVI, aunque desde sus inicios se intentó que los gastos corrieran a cargo del Consejo Real de Castilla.
La tradición hizo pronto que se celebrara una romería el 15 de mayo, siendo habitual besar las reliquias del santo y beber el agua que sale del manantial.
La pieza más destacada de la fuente es un mural adosado a la fachada, compuesto de varios elementos: la mayor parte de su superficie está ocupada por tres lápidas de mármol blanco, dos de ellas más grandes, dispuesta horizontalmente sobre las primeras. Todas ellas forman un único plano en el que quedan contenidas diferentes inscripciones, en letras grabadas y remarcadas con pintura roja y negra.
Sobre el conjunto, rematando el mural, se encuentra un pequeño relieve en estuco pintado que representa el milagro de la fuente, con la figura de San Isidro ocupando el centro alabando a Dios con la cabeza alzada hacia el cielo, y el manantial brotando frente a él. A ambos lados del santo aparecen, arrodillados, Iván de Vargas y sus labriegos, y coronando la escena se eleva una apoteosis angélica.
La fuente tiene un único caño metálico que brota de un balaustre central, realizado en mármol negro e incorporado a la parte mural. Esta pieza es una figura escultórica, compuesta por la superposición de diversas molduras: un cilindro inferior, del que parte un elemento central de forma abombada y rematada por una media bola elevada sobre un pie acampanado. Apoya sobre un pequeño bloque de caliza que descansa directamente en el vaso de la fuente, y de dicho punto de encuentro sobresale el caño, un sencillo tubo de bronce con la punta doblada hacia abajo y decorado en la parte superior con motivos vegetales en relieve.
Un único vaso de planta rectangular con las dos esquinas exteriores muy redondeadas, de medidas 0,65 x 1,7 x 1,2 m. Está formado por piezas de piedra caliza levemente abombadas en su parte inferior, donde muestran un surco horizontal que recorre todo el perímetro del vaso, y con un borde superior de perfil redondeado y algo sobresaliente.
Entre las inscripciones se puede leer el verso de Lope de Vega:
Bebe Iván dulce cristal
e Isidro lágrimas bebe,
dura la fuente, a quien debe
Madrid salud celestial.
Pierde el río su caudal,
con estar juntos los dos,
y ella, perenne por vos,
dice que milagro fue
que como es fuente de fe,
no puede faltarle Dios.
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