viernes, 29 de septiembre de 2017

Mujeres olvidadas. Victoria Kent

   Nacida en Málaga en 1898,  con unos padres de talante liberal y una mentalidad más abierta de la que imperaba en la época, lo que permitió su ingreso en 1906 en la escuela de magisterio de Málaga donde dos profesoras feministas -Suceso Luengo y Teresa Aspiazu- marcan su vida.

  En 1917 marchó a la capital para estudiar Bachillerato en el instituto Cardenal Cisneros. Se instaló en la Residencia de Señoritas de Madrid, dirigida por María de Maeztu, mujer que por su personalidad influyó notablemente en ella. 


 En 1920 ingresa en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, cursando la carrera como alumna no oficial y recibiendo clases de profesores como Jiménez de Asúa o Felipe Sánchez-Román. Se licenció en junio de 1924 y se colegia en enero del siguiente año, realizando sus primeras intervenciones como abogada defensora ante los tribunales.   

  En 1930 defiende ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina a Álvaro de Albornoz, miembro del Comité Revolucionario Republicano. Convirtiendose en la primera mujer en el mundo que ejerce como abogada ante un tribunal militar, aparte de conseguir su libertad.

Resultado de imagen de imagen victoria kent Su defendido había sido procesado -junto a muchos de los que más tarde formarían el Gobierno provisional de la República- debido al fracaso de la Sublevación de Jaca, sucedido en diciembre de ese año. Sería elegida en 1931 miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y, en 1933, de la Asociación Internacional de Leyes Penales de Ginebra.

 Además de dedicarse a la abogacía, abrirá un bufete de abogados especializado en Derecho Laboral -siendo la primera mujer en España en lograr esto-, situado su despacho en la calle Marqués del Riscal nº5. También ejercerá como asesora jurídica del Sindicato Nacional Ferroviario y de la Confederación nacional de Pósitos Marítimos, llegando a presidir en 1927 el primer Congreso de Cooperativas en España.

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  Tras proclamarse la Segunda República (1931) se presentó a las elecciones por el Partido Radical Socialista y obtuvo un escaño de diputada en las Cortes constituyentes. El gobierno de Azaña le nombró directora general de Prisiones (1931-34), cargo desde el cual introdujo reformas para humanizar el sistema penitenciario: mejora de la alimentación de los reclusos, libertad de culto en las prisiones, ampliación de los permisos por razones familiares, creación de un cuerpo femenino de funcionarias de prisiones etc.

Paradójicamente, a pesar de sus convicciones democráticas y feministas, Victoria Kent se opuso a la concesión del derecho de voto a las mujeres, pues creía que lo emplearían en un sentido conservador; y sostuvo una polémica al respecto con otra representante feminista en las Cortes republicanas, Clara Campoamor.

Durante la Guerra Civil (1936-39) fue enviada a París como secretaria de la embajada española (1937). Allí se quedó 

dedicando todos sus esfuerzos a ayudar a los exiliados españoles en la capital y en su salida hacia América.

Resultado de imagen de imagen victoria kent Poco después se vio sorprendida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) y la invasión alemana de Francia, Victoria se vio obligada a refugiarse en la embajada mexicana durante un año. Además, su nombre figuraba en la lista negra que la policía franquista le había entregado al gobierno colaboracionista de Vichy. Fue juzgada por los tribunales de Franco y, en octubre de 1943, cuándo todavía estaba en París, el Tribunal contra la Masonería y el Comunismo la condenaba en rebeldía a 30 años de prisión, con las accesorias de inhabilitación absoluta y expulsión del territorio nacional.

 La Cruz Roja le proporcionó un piso en el barrio del Bosque de Bolonia (o de Boulogne), donde se alojará hasta 1944 protegida por una identidad falsa. Durante ese tiempo, siendo “Madame Duval”, escribiría Cuatro años en París, novela con marcados tintes autobiográficos.

Resultado de imagen de imagen victoria kent Marchó al exilio en México en el año 1948. Allí trabajó durante dos años en la creación de la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, siendo la directora, y dando clases de Derecho Penal en la universidad. Reclamada por la ONU, en 1950 marchó a Nueva York, donde colaboró en la Sección de Defensa Social y realizó un estudio sobre el pésimo estado de las cárceles de Iberoamérica.

  Entre 1951 y 1957, una vez abandonado su anterior cargo por encontrarlo excesivamente burocrático, fue ministra sin cartera del Gobierno de la Segunda República Española desde el exilio, siendo la segunda mujer en ocupar este puesto desde Federica Montseny. Asimismo, fundó y dirigió la revista Ibérica, financiada por Louise Crane durante veinte años (1954-1974)16​ dirigida a todos los exiliados alejados de su patria, como ella. En 1977, cuarenta años después de exiliarse a Francia, Victoria volvió a España, recibida con cariño y admiración por sus seguidores. Sin embargo, volvió a Nueva York donde pasó sus últimos días, falleciendo el 26 de septiembre de 1987.

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  En 1986 le fue concedida la medalla de San Raimundo de Peñafort, pero debido a su avanzada edad no pudo acudir a recogerla.

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