Considerada una de las primeras feministas y defensoras de la emancipación de la mujer, Zenobia vivió cuarenta años de su vida junto al poeta Juan Ramón Jiménez al que cuidó, ayudó en la edición de su obra y veló por su apática actitud vital.
Hasta qué punto ella fue la inspiración de Juan Ramón mientras anulaba su propio talento, es algo que no siempre es fácil de concretar.
Zenobia Camprubí Aymar nació el 31 de agosto de 1887 en Malgrat de Mar donde su familia veraneaba. Zenobia fue la única chica de los cuatro hijos de Raimundo Camprubí e Isabel Aymar. Raimundo era ingeniero de caminos, canales y puertos que conoció a su esposa en Puerto Rico donde fue destinado por el gobierno español para construir una carretera. Isabel era una mujer culta perteneciente a una familia de raíces italo-americanas. La pareja se casó en Ponce y poco después se trasladaron a vivir a España donde nacería Zenobia.
Educada por su propia madre, su abuela y otros tutores, Zenobia fue una alumna aplicada que pronto aprendió a leer y escribir y a conocer distintas lenguas.
Cuando la familia se trasladó a Valencia por cuestiones laborales de Raimundo, sus padres formalizaron su separación.
En 1905, Isabel y su hija Zenobia se instalaban en Newburg, Nueva York, donde la entonces bella y culta muchacha disfrutó de los ambientes más distinguidos de su tiempo.
En 1908 Zenobia Camprubí era admitida en la Escuela de Pedagogía de la Universidad de Columbia donde estudió historia, literatura y otras disciplinas hasta que su madre decidió regresar a España sin que la joven pudiera concluir sus estudios.
Madre e hija se instalaron en Madrid. Zenobia asistía siempre que podía a charlas y conferencias de intelectuales, la mayor parte de ocasiones acompañada de los Byne, unos buenos amigos con los que pasaba largas y agradables veladas. Fue precisamente en una de las reuniones organizadas por los Byne donde el poeta Juan Ramón Jiménez escuchó por primera vez la risa alegre de Zenobia de la que, sin verla, quedó prendada.
Poco después coincidirían en una conferencia en la Residencia de Estudiantes donde se conocerían en persona. Perdidamente enamorado de la joven y risueña Zenobia, Juan Ramón no se rindió a pesar de la negativa inicial de Isabel Aymar de un posible noviazgo del poeta con su hija.
Convertidos en novios formales, en 1915, Zenobia y Juan Ramón empezaron a trabajar juntos en la traducción de la obra del poeta Tagore. Luna Nueva, fue su primera obra publicada recibida con un gran éxito por parte de la crítica, lo que animó a la pareja a continuar con sus traducciones de otros destacados literatos como Edgar Alan Poe o Shakespeare.
En 1916 Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez se casaban en la catedral de San Estefan de Nueva York. De vuelta a España, la pareja de recién casados pasó una larga temporada en Madrid donde él escribía y ella, además de ayudarlo en la edición de su obra, emprendía varios proyectos. Desde abrir una tienda de artesanía hasta ayudar en la organización de diferentes instituciones de ayuda a los más necesitados. Fue destacada también su colaboración con María de Maeztu en el Lyceum Club de Madrid, donde durante un tiempo Zenobia ejerció de tesorera.
Los últimos años de su vida juntos transcurrieron en distintos países del otro lado del Atlántico. En Estados Unidos, Cuba o Puerto Rico, Juan Ramón Jiménez siguió escribiendo y realizando conferencias mientras Zenobia trabajaba como profesora en distintas universidades.
Pero el éxito literario de Juan Ramón no pudo evitar su actitud depresiva ante la vida. Zenobia se volcaba de lleno en su marido, no sólo ayudándolo en su faceta profesional, sino también, y sobre todo, buscando la manera de apaciguar sus tristes sentimientos.
En 1951 se instalaban en Puerto Rico en busca de un lugar en el que el poeta se sintiera tranquilo y relativamente feliz. Aquel mismo año, Zenobia había sido operada en Boston de un cáncer de matriz del que ya había sido tratada en España veinte años antes. El amor hacia su marido no le hizo dudar en su decisión de abandonar Boston y seguirlo en el que sería su último viaje.
Cinco años después, los más oscuros presagios se cernieron sobre la pareja. El mal de Zenobia volvió a aparecer. El 25 de octubre de 1956 el mundo conocía el nombre del Nobel de Literatura de aquel año, Juan Ramón Jiménez. Tres días después, su amada esposa fallecía. A ella fueron dedicadas las palabras más hermosas del discurso que pronunció durante la entrega del galardón.
Sin duda alguna, Juan Ramón Jiménez amó a su compañera, pero esta no lo pudo librar de su terrible mal y nunca pudo escapar de la depresión. Desaparecida Zenobia, fue imposible.
Zenobia Camprubí dedicó su vida a su gran amor, y por ello, a pesar de ser una mujer que siempre quiso ser independiente, algunos dudaron de esa supuesta libertad. Otros continúan defendiendo su decisión como un acto de amor y que nunca vetó su trayectoria personal: A través de su correspondencia y de sus punzantes, intensos y francos diarios, Zenobia Camprubí relata su vida con Juan Ramón y deja entrever su yo, el de una mujer independiente, práctica y activa. En ningún caso sumisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario