Cuenta la historia que hay una sombra que acompaña al peregrino durante el largo trayecto del Camino de Santiago. Siente su presencia durante los tramos más duros pero tan solo hay un lugar donde el caminante se encuentra con ella: en la plaza de A Quintana.
El monje, cansado de la situación se envalentonó una noche y le pidió a su amada que escapara junto a él para poder empezar juntos una nueva vida. Los dos llegaron a un acuerdo y se citaron la noche siguiente en la plaza de la Quintana. Cuando llegó la hora señalada, el clérigo se vistió con las ropas de un peregrino medieval para pasar desapercibido y así no llamar la atención. Esperó pacientemente, hora tras hora, atento a cada una de las mujeres que pasaban por la plaza pero la muchacha a la que tanto amaba nunca apareció. Todavía hoy , noche tras noche, el enamorado acude a su cita en busca de su amada. Y sigue esperando".


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