miércoles, 17 de enero de 2018

Tabernas de Madrid. La Alhambra


    Rondaba el año de 1929 cuando abrió sus puertas, en el número 9 de la calle Victoria. Era una taberna andaluza, decorada con azulejos del gran ceramista sevillano  Alfonso Romero Mesa.

  Alfonso, natural de Montellano (Sevilla), aprendió el arte en el barrio de Triana, y ya en 1906 se trasladó a Madrid, a la fábrica, en Carabanchel, de Enrique Guijo;  y en 1915 entra en el taller de éste en la Calle Mayor.
    De Alfonso Romero son algunas de las mejores obras de azulejería que se pueden ver en Madrid, como Bodegas Rosell, en la calle General Lacy, 14; la Bodega Los Romero, en el 36 de la misma calle; y otras bodegas y tiendas antiguas, además de la azulejería de la Plaza Monumental de Las Ventas. En el año 1929 abrió su propio taller con horno en la calle Rollo, 9, y a partir de ahí,  firmaría sus obras con estos datos.
   La taberna  no se libró de los destrozos originados por la guerra, y su fachada  no se ha podido conservar. Los azulejos que decoran su fachada no son los originales, son de nuevo cuño, obra de Adolfo Montes, intentando seguir el estilo de los azulejos de la época.
    Pero al pasar al interior, sí podemos contemplar los fantásticos trabajos de Alfonso Romero, en diferentes escenas y grabados exquisitamente realizados.También los azulejos que decoran las paredes, a modo de zócalo a media altura, son obra del maestro sevillano. Las paredes lucen un inequívoco  amarillo albero, y los suelos, en barro cocido, terminan de dar ese ambiente de taberna antigua andaluza.
    La Taberna La Alhambra estuvo desde sus inicios vinculada al mundo taurino.Era punto de encuentro de banderilleros, subalternos, toreros, y  periodistas del arte taurino, además de aficionados. Llegaron a venderse  entradas para la fiesta, aunque actualmente se haga en la caseta de la acera de enfrente. Aquí firmó Luis Miguel Dominguín, representándose a sí mismo  importantes contratos para Las Ventas; y acudía a menudo con Ava Garner.
   En esta casa podemos catar todos los vinos de Jerez en sus distintas variedades, tomar unas cañas perfectamente tiradas,  y degustar las especialidades típicas de la cocina andaluza. Precios ajustados, servicio rápido, raciones generosas y local con categoría, historia y solera. Lo contrario de las memeces minimalistas actuales. 


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