Aquel lunes, 23 de febrero de 1981, trabajé por la mañana en el banco Credit Lyonnais. Terminada la jornada, fui a casa de mis padres a comer.
A las 16:30 entré en Cenei, S.A (mi segundo curro del día) a impartir un curso intensivo preparatorio para un grupo de opositores a unas plazas de operadores y programadores en Telefónica.
A las 20:30 salí del aula. Me encontré, para mi sorpresa, todo el centro vacío. Después de recorrer varias dependencias del mismo, me enteré de que habían dado un golpe de estado.
La calle de Bravo Murillo estaba desierta, los pocos transeúntes que me crucé en mi camino hasta el metro de Cuatro Caminos, más que andar corrían. Nos intercambiábamos,en silencio, miradas de preocupación y miedo.
La estación de metro estaba anormalmente vacía, tan solo una jovencita,casi llorosa,me pedía dinero para el billete.
Compré dos billetes y me dirigí como un autómata al andén. Durante el trayecto hasta la estación de Sáinz de Baranda por mi cabeza pasaron multitud de imágenes, miedos a posibles represalias y la preparación de un plan de huida, en caso de volverse a instalar otra dictadura.
El resto es de todos sabido: una noche larga frente al televisor, esperando la comparecencia del Rey, que se hizo esperar.
¿Y tú, dónde estabas?
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