Cuenta la leyenda que en Madrid, por la zona de Argüelles, había una casa que sus propietarios la utilizaban como sitio de apuestas y juegos.
Una noche se encontraban discutiendo cuando, de repente, entró en la habitación un hombre bajito que les pidió que se callaran. Al proseguir éstos con la discusión, aparecieron una docena de ellos armados y empezaron a golpear a los allí presentes. Ante este hecho, los alquilados huyeron al día siguiente al no poder explicarse lo que había pasado.
Una noche se encontraban discutiendo cuando, de repente, entró en la habitación un hombre bajito que les pidió que se callaran. Al proseguir éstos con la discusión, aparecieron una docena de ellos armados y empezaron a golpear a los allí presentes. Ante este hecho, los alquilados huyeron al día siguiente al no poder explicarse lo que había pasado.
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Ilustración del libro Madrid Viejo (Ricardo Sepúlveda; 1887), representando el exorcismo de la Casa del Duende. |
Más tarde, el religioso Melchor de Avellaneda también tuvo estas apariciones, pero en esta ocasión vestidos de monaguillos. El canónigo intentó saber de dónde procedían estos misteriosos hombrecillos sin resultado alguno, y al tiempo, después de varias escenas similares con ellos, dejó la casa.
La siguiente inquilina fue una lavandera que fue testigo de las peripecias de estos duendes, los cuales la ayudaron a recoger la colada, ante el asombro y posterior temor de la mujer.
Todas estas historias fueron corriendo como la pólvora entre los habitantes de Madrid. Tanto que llegó a oídos de la Inquisición y tomaron cartas en el asunto. Se le practicó un exorcismo a la casa y más adelante quedó en el olvido y fue demolida.

Sea como fuere, es una leyenda de Madrid de lo más curiosa que le hizo ganarse el nombre de la Casa del Duende. Todo un misterio sin resolver que se ha mantenido a lo largo de los siglos.
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