Una noche, un anciano padre vio como se alzaba una columna de luz hacia el cielo y, como en noches sucesivas el extraño fenómeno se repetía. No dudó de que se trataba de una llamada sobrenatural, y como tal, se lo refirió al prior del convento. La noche siguiente los monjes de la comunidad subieron en procesión hasta la cima del monte Toro. Pronto, la ascensión se hizo penosa y difícil y, tampoco sabían muy bien que camino debían seguir. Al momento, les salió un toro furioso que les cerró el paso, pero que al ver los crucifijos que portaban los monjes, se amansó y los guió monte arriba por densos bosques. Pero se encontraron con unas enormes piedras que obstaculizaban la marcha de la expedición. El toro, las envistió con su poderosa cornamenta y las destruyó, quedando nuevamente el camino abierto. Desde entonces, este lugar es conocido como el “pas del bou”. Al llegar a la cima, el extraño animal se inclinó ante la entrada de una cueva, de la que salía una luz prodigiosa, en ella encontraron la imagen de una Virgen morena, con una corona de oro y que portaba al niño Jesús en sus brazos.
Los monjes la trasladaron a su convento, pero al día siguiente desapareció y la encontraron nuevamente en la cima del monte. Comprendiendo los monjes que era voluntad de la Señora morar en la cima, construyeron una capilla y, más tarde un convento a donde se trasladó la orden de la Merced.
La “Verge del Toro”, preside el retablo principal del santuario de Toro, construido en 1670, sobre las ruinas de un antiguo convento.
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