Desde 1973 en que Sebastián Criado lo inauguró para después pasar por diferentes propietarios, el Mazarino ha sido y sigue siendo un local de referencia en Madrid.
Elegante y clásico del barrio de Chamberí. Una leyenda que lleva abierta desde 1970. Su terraza es una de las que más afluencia tiene de la calle, pero sin olvidarnos de su interior con maderas nobles, moquetas y una impagable barra acolchada, de esas que hoy en día son tan difíciles de ver. Perfecto para tomar el aperitivo, también es célebre porque de manera regular sus atentos camareros pasan con bandejas de aperitivos y canapés para que seamos nosotros los que elijamos lo que más nos apetece.
Lugar de encuentro para gente de distintas generaciones, desde el señor jubilado que a diario acude a tomar el café y a que Antonio le lustre los zapatos, hasta los jóvenes universitarios que se juntan para intercambiar apuntes y ejecutivos que cierran aquí sus negocios.
Además de una buena variedad de tostas, como las de jamón ibérico con tomate, de anchoas de Santoña, o un montado de solomillo de ternera, que es la estrella de la casa. También ofrecen una buena variedad de tapas, como la tortilla española, los callos a la madrileña, el pulpo a la brasa y otras más sofisticadas como el steak tartar, el atún rojo con poché de verduras y las alcachofas con lascas de parmesano.
Mazarino como pub consolidado también destaca por su coctelería y sus combinados.
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