Josefa Barba Gosé, familiarmente Pepita Barba, nació en Barcelona en 1904 en el seno de una distinguida familia.
Cursó las carreras de Farmacia y Derecho. La primera por vocación y la segunda casi por una apuesta con su hermano Eduardo.
De Farmacia lo que realmente le gustaba era la investigación, el laboratorio. Tenía muy claro que no quería desarrollar su vida profesional tras un mostrador.
En 1926, se traslada a Madrid a la prestigiosa Residencia de Señoritas. Ahí dispondría de un avanzado y preparado laboratorio de química creado por su primera directora, la célebre bioquímica estadounidense Mary Louise Foster en 1920.
En 1926, se traslada a Madrid a la prestigiosa Residencia de Señoritas. Ahí dispondría de un avanzado y preparado laboratorio de química creado por su primera directora, la célebre bioquímica estadounidense Mary Louise Foster en 1920.
Un año después regresó a la Ciudad Condal y entró a trabajar en el Instituto de Fisiología de Barcelona, donde solicitó a través de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), presidida por Santiago Ramón y Cajal, una beca para poder proseguir su formación en el Reino Unido. Lo logró en la Royal Pharmaceutical Society of Great Britain entre diciembre de 1928 y agosto de 1929. A su vuelta de Inglaterra, y tras presentar su tesis doctoral en Madrid, ingresó como socia en la Real Sociedad Española de Física y Química (SEFQ).
Solicitó otra beca para ampliar sus estudios, esta vez a la institución filantrópica creada por el mecenas Rafael Patxot i Jubert. Esta ayuda económica llevó a Josefa hasta los Estados Unidos, concretamente a ampliar sus conocimientos en la Johns Hopkins University School of Medicine de Baltimore.
Fue durante su estancia en Baltimore cuando conoció a Louis Flexner y allí donde empezó una amistad que años después se convertiría en una relación de sentimental y profesional. Tras finalizar los estudios de especialización en Baltimore, Josefa regresó a Barcelona en 1932 y cinco años –en agosto de 1937- tomó una decisión que sería trascendental en su vida: salir de España para irse a vivir a Estados Unidos.
Solicitó un permiso a las autoridades barcelonesas para poder realizar un viaje a Francia y una vez cruzados los Pirineos se reencontró con Louis Flexner quien había viajado hasta allí para recogerla y acompañarla en su huida hacia EEUU. Para evitar problemas con la aduana decidieron contraer matrimonio en la pequeña población pirenaica de Le Perthus ,perteneciente a la región Languedoc-Rosellón, y así obtener un libro de familia con el que podrían viajar juntos y sin dificultad alguna.
Josefa obtuvo empleo en la Johns Hopkins junto a su marido, y adoptó el apellido de su esposo de acuerdo a las formalidades estadounidenses. A partir de aquel momento apareció en los documentos como Josefa B. Flexner o con las iniciales J. B. Flexner. Así, en la fructífera carrera que desarrolló en los Estados Unidos a lo largo de las siguientes décadas pasó desapercibido en gran medida su origen español.
La mayor parte de los éxitos científicos en el campo de la neurofisiología los cosecharon a partir de 1951, año en el que se trasladaron hasta Filadelfia para trabajar en la Universidad de Pensilvania. Dos años después fundarían el Instituto de Ciencias Neurológicas que dirigiría Louis. Los 59 años de vida e investigación en común terminaron cuando él falleció en abril de 1996. Josefa tan solo le sobrevivió cuatro, muriendo en Filadelfia a los 97 años en el año 2000.
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