sábado, 22 de diciembre de 2018

Mujeres olvidadas. Josefa Molera

     María José Molera nació en Isaba el 23 de enero de 1921, hija de  Cebrían y Onofra. A comienzos de la década de 1920, se trasladó con sus padres a San Sebastián. 
    En esta ciudad asistió al Colegio Francés y recibió, asimismo, clases particulares de inglés, posteriormente asistió a clase durante varios años al Instituto de Peñaflorida, donde fue compañera de clase de quien más tarde sería su esposo. En el verano de 1935, al ser ascendido su padre de capitán a comandante de Carabineros, María Josefa se trasladó con su familia a Santander, donde les sorprendió el inicio de la Guerra Civil.
       Al finalizar la contienda y fallecido el padre, la familia se traslada a Madrid, ciudad en la que María Josefa residiría ya hasta el final de sus días.
     Obtuvo el título de licenciada en Ciencias Químicas en 1942, tras realizar los cinco cursos en tres años: había que darse prisa para poder contribuir a la economía familiar. Allí coincidió por segunda vez con quien sería su esposo (pues curiosamente éste también había decidido estudiar Químicas).
       Con el título universitario en sus manos, en 1942 comenzó a dar clases de Idiomas (inglés y francés) en uno o más colegios, junto con alguna clase particular de Ciencias. El catedrático de Química Técnica, Antonio Ríus Miró, le ofreció la posibilidad de dar clases de prácticas.   
Resultado de imagen de maría josé molera mayo imagen     Este profesor le propuso hacer bajo su dirección la tesis doctoral, y se le concedió a Josefa Molera en 1946 una beca del CSIC, y en 1948 obtuvo también en Madrid el título de doctor, con la máxima calificación y Premio Extraordinario.
   En 1949 obtuvo por oposición la plaza del recién creado en España oficio de científico en la categoría de colaborador científico. Pronto ganó una prestigiosísima beca de la Ramsay Memorial Fellowship Trust que le permitió trabajar en el Physichal Chemistry Laboratory de la Universidad de Oxford (Reino Unido), durante el período 1950-1951, bajo la dirección del director del mismo, profesor Sir C. N. Hinshelwood, que terminaría recibiendo el Premio Nobel de Química en 1956.
  Contrajo matrimonio el 12 de agosto de 1957 con Joaquín Hernáez Marín, doctor en Ciencias Químicas, profesor de Investigación del CSIC, catedrático de Metalurgia Física en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense. Estuvieron casados más de cincuenta años, hasta el fallecimiento del esposo el año 2007 en Madrid. 
Resultado de imagen de maría josé molera mayo imagen   En 1952 inició su actividad científica en cinetoquímica, que entonces trataba fundamentalmente del craqueo y oxidación térmica de compuestos orgánicos oxigenados a baja temperatura, siendo relevantes los hallazgos obtenidos en la inhibición de reacciones pirolíticas, que ocurren en los motores de explosión. Íntimamente ligado al estudio de este tipo de reacciones está el desarrollo de la cromatografía de gases y la espectroscopía de masas.
   De hecho María Josefa Molera construyó el, tal vez, primer cromatógrafo de gases que hubo en España.
  Desde 1952 a 1957 fue secretaria del IQFR. En 1954 fue nombrada jefa del Laboratorio de Cinetoquímica. En 1956 consiguió el ascenso por concurso a la categoría de investigador científico del CSIC, pasando a ser jefe de la Sección de Cinetoquímica de su instituto. Poco después completaría su formación partiendo en agosto de 1959 a trabajar al Departamento de Química-Física de la Universidad de Sheffield con el profesor G. B. Porter, que recibiría en 1968 el Premio Nobel de Química.
   Aquí estudiaría, junto con sus entonces colaboradores doctores Acuña y García-Domínguez, la novedosa técnica de la fotoquímica, montando a la vuelta un laboratorio de fotólisis de destello.
Imagen relacionada   A partir de 1968 asumió, en una nueva reorganización del IQFR, el cargo de jefe del Departamento de Cinetoquímica, hasta 1979. Es en este período cuando consiguió la promoción a profesor de investigación en 1971. Su actividad científica en conjunto, hasta su jubilación, tocó aspectos electroquímicos, cinéticos en fase líquida y sólida, en campos como isomerización y pirolisis, inhibición de reacciones de combustión, mecanismos de reacción, radicales, cromatografía de gases, etc. Sus aportaciones más destacadas lo fueron en el campo de la inhibición de reacciones pirolíticas, el descubrimiento de la transición desde la llama fría hasta la explosión y su aportación al conocimiento de las fases estacionarias mixtas en cromatografía de gases.  Su temprana y pionera actividad en cromatografía de gases le valió ser elegida presidenta fundadora de la hasta ahora existente Sociedad Española de Cromatografía y Técnicas Afines, en 1973. 
   Ella misma reconoció haber dedicado sólo la mitad de su tiempo a la actividad científica, y el resto a lo para ella era más importante, su esposo y sus tres hijos. Recibió, entre otros, el Premio Alfonso X el Sabio del CSIC (1966) y el Premio Perkin-Elmer (1967), la Medalla de Química de la Real Sociedad Española de Física y Química y fue miembro de honor del Groupement pour l’advancement del Méthodes Spectroscopiques et Physicho-Chimiques d’Analyse (GAMS, 1975).
    Josefa falleció en Madrid en  septiembre de 2011.

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