Cuenta la leyenda que allá por el año 1100 la ciudad musulmana de Barbastro tras meses de duro sitio, fue ganada para el reino de Aragón.
Un año después y como para festejar aquella gran victoria cristiana sucedió un hecho sorprendente. Mientras el pastor Balandrán estaba apacentando sus ovejas, sobre un almendro apareció la imagen de la Virgen, quien le encomendó la construcción de un templo en su honor en aquel mismo lugar. En este hecho milagroso radica el origen del monasterio de El Pueyo.
La historia y no la leyenda nos dice que en este emplazamiento a 673 m. de altura existió un castillo en el siglo XI y no es de extrañar que así fuera, teniendo en cuenta su localización estratégica, dominando una vasta extensión del Somontano. Su propio nombre “Pueyo” procede del latín podio: “lugar alto".
En una pequeña sala aneja la iglesia se conserva el sepulcro gótico de San Balandrán, un hombre de gran estatura.
La tradición nos relata que las jóvenes casaderas de Barbastro debían ser capaces de abarcar toda su longitud con los brazos extendidos antes de aspirar al matrimonio.
Leyenda, historia y tradición se unen en torno al santo Balandrán.
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