Según relata el fraile dominico Rodrigo de Cerrato, hacia 1237 en Segovia, una mujer cristiana acusó a otra judía de haber cometido adulterio con su marido. Los jueces, considerando la gravedad del delito y el desagravio necesario para la religión cristiana, condenaron a la acusada a morir despeñada desde unas alturas situadas en las afueras de la cuidad.
LLegados al lugar de la ejecución, la judía fue atada y despojada de sus ropas, excepto de una camisa. La mujer no dejaba de proclamar su inocencia y viéndose perdida decidió encomendarse a la Virgen María. A continuación fue arrojada al vacío, pero milagrosamente no sufrió daño alguno en la caída, como pudieron comprobar los numerosos cristianos, judíos y musulmanes que se habían congregado para asistir a la ejecución.
Demostrado de este modo su inocencia y convencida de haber salvado la vida gracias a la intervención de la Virgen, la judía solicitó su bautismo. A partir de ese momento fue conocida como Marisaltus o María del Salto. María por ser éste el nombre cristiano que había escogido en alabanza a la Virgen y del Salto en recuerdo del milagro que había evitado su muerte.
Fray Rodrigo concluye su relato indicando que estuvo en Segovia, oyó el suceso de boca de muchos testigos y vio personalmente a la protagonista del mismo.
Otro aspecto de interés respecto a María del Salto es la existencia de un sepulcro suyo en la catedral vieja, templo actualmente desaparecido y que se encontraba situado en la edad media frente al Alcázar de la ciudad.
A continuación la cantiga 107 "Quen crever na Virgen Santa" en la que se relata toda la leyenda mencionada anteriormente
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