No quieres inmortalidad porque lo dudas, sino porque la temes.
El rico come, el pobre se alimenta.
No hay cosa que más avive el amor que el temor de perder al ser amado.
Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
¿Quién los jueces con pasión, sin ser ungüento hace humanos, pues untándoles las manos les ablanda el corazón?
No hace la codicia que suceda lo que queremos, ni el temor que no suceda lo que recelamos.
Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja.
Siento haber de dejar deshabitado cuerpo que amante espíritu ha ceñido; desierto un corazón siempre encendido, donde todo el Amor reinó hospedado.
Trajeron caldo en unas escudillas de madera, tan claro, que en comer una dellas peligrara Narciso más que en la fuente.
No hay gusto más descansado que después de haber cagado.
Poderoso caballero don Dinero.
Haces lo que padeces y te imitas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario