domingo, 10 de noviembre de 2019

Leyendas y ciudades. La dama de los ojos sin brillo. Toledo


   En la calle Aljibes de Toledo es donde se ubica la leyenda de la dama de los ojos sin brillo.
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 Cuenta dicha leyenda que la duquesa de Saboya, Catalina de Austria, preparó una gran fiesta en su casón Toledano, hasta el que se acercaron muchos nobles de la ciudad de Toledo a pasar una velada divertida. Uno de los nobles invitados fue Don Sancho de Córdoba, consejero de finanzas del rey.
   Don Sancho, en mitad de la cena, pudo comprobar como una dama, vestida de blanco y una belleza mágica, se movía entre los asistentes sin levantar ninguna mirada de estos atraídos por dicha belleza, salvo la suya. Parecía que, al deslizarse, florara.
   Terminada la cena, en los jardines iba a dar comienzo un baile, ocasión que tuvo don Sancho para pedirla que bailara con él. Ella asintió con la cabeza, pero en ningún momento salió palabra alguna de su boca.
Resultado de imagen de La dama de los ojos sin brillo. Toledo imagen   El toque de ánimas de la catedral sonó en toda la ciudad y la dama, apresurada, insistió en que debía irse. Don Sancho, como buen caballero, se ofreció a acompañarla hasta su casa, pues la noche era fría y una dama solitaria por esas calles y a esas horas podía estar en peligro. Ella se negó, insistió en que sus pajes la aguardaban a la salida. Pero Don Sancho hizo todo lo posible para que, al menos, se llevara su capa.
   La dama aceptó de buen agrado el gesto de don Sancho y le dijo que, para recuperar su capa, fuera al día siguiente, al callejón de los Aljibes, al palacio de los Condes de Orsino. Al despedirse, pudo comprobar que su mirada parecía no tener brillo y que su piel estaba más fría que la noche.
   A la mañana siguiente don Sancho, dispuesto a recoger su capa, se dirigió al palacio. Llamó a la puerta y un sirviente de la casa abrió el enorme portón. Le dijo que venía a recoger la capa que la noche anterior había dejado a la joven dama que ahí vivía. Tras la descripción de la misma, el anciano sirviente le dijo que ahí no vivía ninguna dama y que la dama que estaba describiendo había muerto hacía ya varios años.
Resultado de imagen de La dama de los ojos sin brillo. Toledo imagen   Cuando ya se disponía a salir de la casa, pensando que la noche anterior le habían engañado, pudo fijarse en el cuadro de una bella dama que tenían en el zaguán de la casa. Era la misma dama que la noche anterior, la dama a la que prestó su capa. Volvió a insistir en que era la misma dama que la noche anterior, ofendiendo al anciano y a la familia que residía.
   Salió de la casa extrañado y sin entender nada. ¿Quién fue, entonces, la dama a la que prestó su capa la noche anterior?
    A la mañana siguiente, mientras don Sancho se encontraba en su casa aquejándose de una dolencia extraña y teniendo constantes sudores, alguien llamó a la puerta. Al abrir, era el sirviente anciano de la noche anterior, de la casa de los Condes de Orsino. Traía su capa en la mano y, al tiempo que se la entregaba, le dijo: “la encontré esta mañana, en el Camposanto, encima de la tumba de la condesita de Orsino”.

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