María López de Mendoza y Pacheco era hija de Íñigo López de Mendoza y Quiñones y de Francisca Pacheco, nace en 1497 en Granada, donde su padre fue nombrado por los Reyes Católicos alcalde perpetuo de la Alhambra.
María adoptó el apellido materno para diferenciarse de otras dos hermanas, que se apellidaban Mendoza, con las que compartía el nombre.
Educada junto con otros de sus hermanos en el ambiente renacentista, María era una mujer culta, con conocimientos de latín, griego, matemáticas, letras e historia.
Con catorce años de edad (10 de noviembre de 1510), se acuerdan sus esponsales con Juan de Padilla, caballero toledano de rango inferior al de los Mondéjar. En los escritos de la época, ella aparece como Doña María Pacheco, mientras que su marido recibe el trato de Juan de Padilla.
En 1511 se produce el matrimonio y en el año de 1516 nace su único hijo, Pedro, que murió niño. Ese año falleció también el rey Fernando el Católico y es nombrado rey de Castilla y Aragón el futuro emperador Carlos I.
Al suceder Juan de Padilla a su padre en el cargo de capitán de gentes de armas, el matrimonio se trasladó a Toledo en 1518. María Pacheco apoyó y quizá instigó a su no pacífico marido para que, en abril de 1520, tomase parte activa en el levantamiento de las Comunidades en Toledo.
Al ser derrotados en Villalar el 23 de abril de 1521, Padilla es hecho prisionero, conducido al pueblo de Villalar y decapitado al día siguiente. Con él fueron ajusticiados Juan Bravo y Francisco Maldonado.
En ausencia de Padilla, María gobierna Toledo. Al recibir las malas noticias sobre Villalar, María cae enferma y se viste de luto. Sin embargo, en vez de abandonar, María Pacheco va a liderar la última resistencia de las Comunidades en Toledo.
Dirige, desde su casa primero y desde el alcázar de la ciudad después, la resistencia a las tropas realistas, estacionando defensores en las puertas de la ciudad y mandando traer la artillería desde Yepes, implantando contribuciones y nombrando capitanes de las tropas comuneras toledanas. Tras rendirse Madrid el 7 de mayo, solo resistía Toledo. Ante ello, el resto de los dirigentes comuneros de la ciudad se inclinan por capitular, pero ella logra evitar la rendición.
Dirige, desde su casa primero y desde el alcázar de la ciudad después, la resistencia a las tropas realistas, estacionando defensores en las puertas de la ciudad y mandando traer la artillería desde Yepes, implantando contribuciones y nombrando capitanes de las tropas comuneras toledanas. Tras rendirse Madrid el 7 de mayo, solo resistía Toledo. Ante ello, el resto de los dirigentes comuneros de la ciudad se inclinan por capitular, pero ella logra evitar la rendición.
María Pacheco llegaría a prolongar la resistencia nueve meses después de la batalla de Villalar. El 6 de octubre requisa, entrando de rodillas en el Sagrario de la catedral de Santa María, la plata que allí se contiene para poder pagar a las tropas.
Mientras tanto las tropas realistas, con diversos combates de abril a agosto, cercan finalmente Toledo. El 1 de septiembre de 1521 comenzó el bombardeo. El 25 de octubre de 1521 se firmó una tregua favorable para los sitiados, el llamado armisticio de la Sisla, de modo que los comuneros evacuaron el Alcázar, aunque conservando las armas y el control de la ciudad. Esta situación inestable culminó el 3 de febrero de 1522 con un nuevo alzamiento de la ciudad, en el que María Pacheco y sus fieles toman el alcázar y liberan a los comuneros presos. No obstante, la sublevación es sofocada por las tropas realistas al día siguiente.
Gracias a la connivencia de algunos de sus familiares, que militaban en el bando realista, María Pacheco logra huir disfrazada de la ciudad con su hijo de corta edad y se exilia en Portugal.
Exceptuada en el perdón general del 1 de octubre de 1522 y condenada a muerte en rebeldía en 1524, María subsiste en Portugal con dificultades. Aunque Juan III de Portugal no responde a las peticiones de expulsión que le llegan desde la corte castellana, María no tiene más remedio que subsistir de la caridad, del arzobispo de Braga primero, y del obispo de Oporto, Pedro de Acosta, después.
María Pacheco no logró el perdón real, viviendo en Oporto (Portugal) hasta su muerte en marzo de 1531. Fue enterrada en la catedral de Oporto, ante la negativa de Carlos I a que sus restos se trasladasen a Olmedo, para que descansaran junto a los de Juan de Padilla, su esposo.
Gracias a la connivencia de algunos de sus familiares, que militaban en el bando realista, María Pacheco logra huir disfrazada de la ciudad con su hijo de corta edad y se exilia en Portugal.
Exceptuada en el perdón general del 1 de octubre de 1522 y condenada a muerte en rebeldía en 1524, María subsiste en Portugal con dificultades. Aunque Juan III de Portugal no responde a las peticiones de expulsión que le llegan desde la corte castellana, María no tiene más remedio que subsistir de la caridad, del arzobispo de Braga primero, y del obispo de Oporto, Pedro de Acosta, después.
María Pacheco no logró el perdón real, viviendo en Oporto (Portugal) hasta su muerte en marzo de 1531. Fue enterrada en la catedral de Oporto, ante la negativa de Carlos I a que sus restos se trasladasen a Olmedo, para que descansaran junto a los de Juan de Padilla, su esposo.
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