Cuenta la leyenda que en la Guerra de Sucesión Española, unos soldados robaron del antiguo convento de Nuestra Señora de las Victorias, situado en Puerta del Sol, entre otras reliquias de valor, dos espinas de la corona de Cristo.
Interesados sólo por el oro y los objetos preciosos, los soldados tiraron las espinas a un pozo cercano ubicado en la casa de un hombre llamado Francisco de Varte.
Con la llegada al poder de Felipe V, los vecinos de la zona empezaron a notar que el agua del pozo estaba dulce y buena, cuando antes era oscura y amarga. Algunos enfermos que bebieron de ella se curaron inexplicablemente.
La noticia corrió como la pólvora por la villa y con ello, tomo fama el agua de milagrosa. Eran numerosas las personas que acudían al pozo a beber con la esperanza de curarse de sus males. En un cubo que se hundió en las aguas, una mujer encontró flotando las espinas de la corona de Cristo, que por fin aparecíeron.
Dicen que las espinas se guardaron en una urna y desde ese preciso día se llamó a ese lugar calle del Pozo, en honor a este suceso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario