Cuenta la leyenda que San Vicente Ferrer en su labor de predicar la palabra de Dios, visitó en 1412 la villa de Alcalá.
Tras pasar por el lugar y no ser bien recibido por sus gentes, siervos del arzobispo Toledano, Pedro de Luna, dijo esta frase: 'Complutum puteus iniquitatum', que viene a decir: "Alcalá será arrojada a un pozo",
Y así ocurrió, mucho después, a mediado del siglo XV, hubo en Alcalá unas jornadas de lluvia tales que supusieron la inundación total de la villa por las aguas del Henares y de sus afluentes.
En esa ocasión fue un fraile del convento de Santa María de Jesús, el Futuro San Diego de Alcalá, quien con celeste inspiración y un hierro terminado en punta golpeó por tres veces en el centro del patio del cenobio, abriéndose allí una gran boca por donde se fue, no sabemos dónde, toda el agua que anegaba la villa.
Luego se enseñaba este agujero como milagroso y complementario de la profecía. El caso es que Alcalá volvió a sufrir inundaciones, y unas veces se fue el agua por el agujero del convento de los franciscanos, y otras, se secó al sol.
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