La historia es necesaria conocerla para no repetir los mismos errores. Hoy se cumplen 40 años del golpe de Estado de Tejero, más conocido como el 23-f.
En la franja de edad entre 15 y 30 años, una gran mayoría, no conoce quién fue Tejero y su 23-f.
Como creo que es necesario no olvidar, me vais a permitir que comparta con vosotros mi 23-f y os transmita lo que sintio un joven una tarde de febrero.
El ambiente que se vivia era la de una gran crisis económica y social, tan solo indicar que esa tarde se votaba la investidura de un presidente de gobierno y que apenas hacia 5 años de la salida de una dictadura sustentada en un golpe de estado, que los tipos de interes estaban por encima del 20% y el desempleo superaba los 5 millones.
Ese día de 1981, yo tenia 22 años, acababa de terminar la mili e intentaba abrirme camino en la vida. No era facil la situación para nadie y menos para la gente de mi generación.
Trabajaba con un contrato temporal en un banco y por la tarde en una academia de informática impartiendo cursos y realizando trabajos informáticos para empresas.
Por otro lado, en aquellos momentos también estaba metido en proyectos politico/culturales a nivel local, en un intento de cambiar las cosas y que la sociedad pudiera respirar de una vez en libertad, libertad.
Bien esa tarde del 23 de febrero del 1981, comí a la salida de mi trabajo en el banco y a las 16 me encerré en un aula con un grupo de opositores a unas plazas de Operadores informáticos para Telefónica.
La preparación era intensiva y tan solo descansamos unos minutos a las 18horas y continuamos hasta las 20 horas.
En ese momento, al salir de clase, comprobé que no había nadie, ni compañeros, ni alumnos, tan solo vi al director del centro que me pregunto sobre mi presencia allí y me informó del golpe de estado.
Recogí aprisa y salí a la calle Bravo Murillo, no había apenas trafico, ni viandantes, subí a Cuatro Caminos, el miedo se masticaba por las calles y en el metro.
Todavía estaban muy frescos los muertos en las cunetas, los fusilamientos, las carceles, la represión, la brigada politico social, los guerrilleros de cristo rey etc.
El trayecto hasta la casa de mis padres se hizo eterno, la verdad, no sabia lo que me iba a encontrar, había cambiado la vida tanto, en tan pocas horas, que no tenía claro que hacer. Sabía que los mismos que habian pedido mi destierro, algo podian hacer, de echo se que se quemaron documentos que podía comprometer a personas.
Al llegar a casa, el ambiente era de miedo, miedo en mis padres, que por desgracia ya habian vivido las consecuencias de otro golpe y otros golpistas.
Las horas se hicieron eternas en espera de noticias, todos esperando que por televisión o por la radio dijeran algo, fuera, lo que fuera.
El rey tardó mucho, pero mucho, hasta que a la 1,30 salió a leer un comunidado en que decía estar al lado de la democracia.
Con esa noticia me fui a la cama, apenas dormí, dude en ir a trabajar y al final consideré que había que continuar con la vida normal, que esos indeseables no debian cambiar el rumbo de mi vida. El resto ya sabeis como terminó y como se cerró esa herida. Ni más, ni menos que como se han cerrado, se cierran y se seguiran cerrando estas cosas, en esta pais de nombre España. Con unos yéndose de rositas y otros con un nudo en la garganta y miedo en el cuerpo.
En la franja de edad entre 15 y 30 años, una gran mayoría, no conoce quién fue Tejero y su 23-f.
Como creo que es necesario no olvidar, me vais a permitir que comparta con vosotros mi 23-f y os transmita lo que sintio un joven una tarde de febrero.
El ambiente que se vivia era la de una gran crisis económica y social, tan solo indicar que esa tarde se votaba la investidura de un presidente de gobierno y que apenas hacia 5 años de la salida de una dictadura sustentada en un golpe de estado, que los tipos de interes estaban por encima del 20% y el desempleo superaba los 5 millones.
Ese día de 1981, yo tenia 22 años, acababa de terminar la mili e intentaba abrirme camino en la vida. No era facil la situación para nadie y menos para la gente de mi generación.
Trabajaba con un contrato temporal en un banco y por la tarde en una academia de informática impartiendo cursos y realizando trabajos informáticos para empresas.
Por otro lado, en aquellos momentos también estaba metido en proyectos politico/culturales a nivel local, en un intento de cambiar las cosas y que la sociedad pudiera respirar de una vez en libertad, libertad.
Bien esa tarde del 23 de febrero del 1981, comí a la salida de mi trabajo en el banco y a las 16 me encerré en un aula con un grupo de opositores a unas plazas de Operadores informáticos para Telefónica.
La preparación era intensiva y tan solo descansamos unos minutos a las 18horas y continuamos hasta las 20 horas.
En ese momento, al salir de clase, comprobé que no había nadie, ni compañeros, ni alumnos, tan solo vi al director del centro que me pregunto sobre mi presencia allí y me informó del golpe de estado.
Recogí aprisa y salí a la calle Bravo Murillo, no había apenas trafico, ni viandantes, subí a Cuatro Caminos, el miedo se masticaba por las calles y en el metro.
Todavía estaban muy frescos los muertos en las cunetas, los fusilamientos, las carceles, la represión, la brigada politico social, los guerrilleros de cristo rey etc.
El trayecto hasta la casa de mis padres se hizo eterno, la verdad, no sabia lo que me iba a encontrar, había cambiado la vida tanto, en tan pocas horas, que no tenía claro que hacer. Sabía que los mismos que habian pedido mi destierro, algo podian hacer, de echo se que se quemaron documentos que podía comprometer a personas.
Al llegar a casa, el ambiente era de miedo, miedo en mis padres, que por desgracia ya habian vivido las consecuencias de otro golpe y otros golpistas.
Las horas se hicieron eternas en espera de noticias, todos esperando que por televisión o por la radio dijeran algo, fuera, lo que fuera.
El rey tardó mucho, pero mucho, hasta que a la 1,30 salió a leer un comunidado en que decía estar al lado de la democracia.
Con esa noticia me fui a la cama, apenas dormí, dude en ir a trabajar y al final consideré que había que continuar con la vida normal, que esos indeseables no debian cambiar el rumbo de mi vida. El resto ya sabeis como terminó y como se cerró esa herida. Ni más, ni menos que como se han cerrado, se cierran y se seguiran cerrando estas cosas, en esta pais de nombre España. Con unos yéndose de rositas y otros con un nudo en la garganta y miedo en el cuerpo.
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