Tenemos ante nosotros al preso más extraño, singular y que menos problemas ha dado a sus vigilantes en Madrid.
Los hechos causantes de su entrada en prisión sucedieron de la siguiente manera:
Allá por el siglo XVIII, junto al puente de Segovia, correteaban y jugaban un grupo de niños, sin imaginar lo tragedia que se cernía sobre ellos. El cielo se volvió gris y se despertó un vendaval de viento y agua.
Seguro que podéis visualizar todas esas robustas esferas de piedra que adornan sus dos laterales.
No se sabe si fue el viento, el agua, las dos cosas o porque una de las bolas no estaba bien sujeta a la base, resulta que una de estas bolas, se desprendió del puente y cayó encima de uno de los mozos que se divertían de modo inocente. El impacto le causó al chaval la muerte inmediata.
La esfera fue detenida, juzgada y condenada al confinamiento en el patio de la Casa del Verdugo, junto a la Cárcel de la Corte, Un exilio que duró unos cuantos años y que, al parecer no era algo tan extraordinario ya que era relativamente común castigar “a las bestias y a los objetos inanimados que causaban algún mal”.
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