Desde finales del siglo XVI hasta que el Canal de Isabel II inaugura la traída de aguas del río Lozoya en 1858, la villa se abastecía de agua potable mediante los viajes de agua.
Un sistema de captación y distribución de agua a través de una gran red de galerías subterráneas.
Cuando la Corte se traslada de Valladolid a Madrid, es precisamente cuando se recuperó el sistema de qanats utilizado en época árabe y se empezaron a construir nuevos y extensos ramales. Las zonas de captación de agua se localizaron en el sector norte y nordeste de Madrid, entre los caminos de Fuencarral y el de Alcalá, en las cercanías de los pueblos de Fuencarral, Chamartín, Canillas y Canillejas. Estas zonas se encuentran a una mayor altitud que la Villa, permitiendo que el agua discurriera hasta el centro de la ciudad gracias a los desniveles propios de la topografía madrileña.
Durante los siglos XVII al XIX, coexistieron decenas de viajes de agua. Los principales fueron: Alcubilla, Abroñigal Alto, Abroñigal Bajo y Fuente Castellana (de uso público) y el Viaje de agua de Amaniel, este último destinado a abastecer al Palacio Real.
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