Situado entre las calles de Embajadores, Ronda de Toledo, Ribera de Curtidores y Casino. La entrada principal, en la Ronda de Toledo, coincide con el lugar donde se encontraba la Cerca que rodeaba la villa.
Los terrenos de la huerta pertenecieron en su origen a los clérigos de la cercana iglesia de San Cayetano. En 1808, con la llegada de los franceses, la antigua Huerta fue arrebatada a los monjes y acabó en manos de un ministro de José I Bonaparte, Manuel Romero, por lo que pasó a llamarse la Huerta de Romero. El nuevo propietario construyó una casa-palacio y realizó mejoras en la finca, unió los distintos niveles mediante escaleritas, ya que el terreno presenta una apreciable pendiente y construyó un jardín geométrico con sus emparrados, fuentes, etc.
Finalizada la Guerra de la Independencia, fue adquirida por el Ayuntamiento junto a otros terrenos cercanos, y en 1817 donada a la reina doña Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII. La finca fue denominada Casino de la Reina
Isabel de Braganza también realizó mejoras, aunque poco pudo disfrutar de su “casino” pues murió poco después. Fernando VII continuó la obra, y también su hija Isabel II. En la creación del Real Sitio participaron los mejores artistas de la época, como los arquitectos Antonio López Aguado y Narciso Pascual y Colomer, escultores como José Tomás y pintores como Vicente López. Los en otro tiempo jardines geométricos fueron transformándose en jardines paisajistas, con sus paseos curvos y «caprichos», maravillosos a juzgar por las descripciones que hoy día podemos leer sobre ellos y por lo que observamos en el minucioso plano del General Ibáñez de Ibero.
El palacete fue reformado y ampliado. Era un edificio muy sencillo, de dos alturas, rematado con un chapitel, hoy desaparecido.
Se accedía a él por una escalera de tres ramas que estaba adornada con diez bustos de mármol, y en el interior destacaba el techo del salón principal adornado con una pintura al temple realizada por Vicente López, la “Alegoría de la donación del Casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid”, en cuyo centro el pintor representó la casita-palacio.
Además del palacete había otras construcciones, como un dique o embarcadero dentro de un templete con columnas y cúpula, que se aprecia en otro de los grabados de la época, del cual partía la ría con cauce de ladrillo, al final de la cual existía una gruta artificial. Varios puentecillos de madera permitían cruzarla y admirar el hermoso paisaje.
Cerca del palacete existió una Casita Rústica, quizá parecida a la Casita del Pescador que por entonces también construyó Fernando VII en el Retiro.
El Casino de la Reina fue prácticamente destruido en un largo proceso que comenzó en 1867, cuando Isabel II donó la posesión al Estado. La pintura de Vicente López fue trasladada al Museo del Prado, donde aún podemos admirarlo. Otra pintura procedente del Casino de la Reina es «Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma«, de Juan Antonio Ribera. También en el Prado podemos disfrutar de la escultura de Felipe II, obra de Pompeo Leoni en colaboración con su padre Leone.
Luego pasó a ser sede del Museo Arqueológico, con la consiguiente reforma, este fue el comienzo de la destrucción del antiguo Sitio Real.
A finales del siglo XIX el Museo Arqueológico abandonó el Casino, pero se trasladó aquí la Escuela de Veterinaria, para la cual se construyó una nueva sede. El nuevo edificio fue obra de Francisco Jareño, en estilo neomudéjar, desde 1960 convertido en el Instituto de Enseñanza Secundaria Cervantes.
Para ello fueron destruidos elementos de gran valor y belleza, el templete que alojaba el dique, la ría, sus puentecillos chinescos… Pero esto no fue suficiente, nuevas construcciones continuaron robando terreno a los jardines.
Se conservan escasos restos de este precioso lugar, apenas el palacete y algunos árboles. Y, aunque no en su lugar de origen, la monumental puerta de entrada al Real Sitio, obra de López Aguado, formada por una puerta de hierro flanqueada por dos pilares de granito cada uno con dos columnas dóricas rematadas por figuras de niños y un jarrón esculpidos por Salvatierra. En 1885 los pilares fueron trasladados al Retiro, donde continúan, en una de las entradas principales, la Puerta de la Independencia frente a la Puerta de Alcalá.
Por otra parte, a comienzos de siglo XX, cuando el Ayuntamiento vendió los Jardines del Buen Retiro en la plaza de Cibeles al Estado para construir allí el Palacio de Comunicaciones -hoy sede del Ayuntamiento-, la verja que los rodeaba fue trasladada al Casino de la Reina.
Los jardines se abrieron al público, aunque por poco tiempo, pues el Casino fue nuevamente ocupado por diferentes instituciones. Entre otras cosas, el palacete sirvió como guardería para los hijos de las Cigarreras de la cercana Fábrica de Tabacos.
En los años 70 del siglo XX el colegio fue ampliado con edificios prefabricados que continuaron invadiendo el antiguo y bello jardín. El deterioro fue progresivo, hasta que en 1997 pasó a formar parte del Área de Rehabilitación Preferente de Lavapiés. Los arquitectos Beatriz Matos y Alberto Martínez Castillo se encargaron de la rehabilitación del jardín, del palacete y de la construcción de un nuevo edificio destinado a Centro de Día para Mayores.
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