sábado, 9 de abril de 2022

Secretos y algo más de Madrid. Posada de la Cuerda.

       

Hubo un tiempo, no muy lejano, que para las clases bajas los hoteles, fondas o pensiones eran un refugio para no dormir a la intemperie. Donde los huespedes buscaban cuatro paredes para protegerse de la lluvia y el frio. Lugares humildes sin  pretensiones. 

   Cuentan, que dentro de este grupo de alojamientos austeros, el más austero con diferencia en Madrid, era la Posada de la Cuerda cuyo nombre hacia referencia a su principal caracteristica.  

   La posada se encontraba en la calle Atocha y los inquilinos no tenían derecho a cama. El alojamiento era de lo más simple. Una silla o no, pegada a una cuerda atada de un extremo a otro de la habitación y colgada a media altura. Los inquilinos se sentaban en una silla y apoyaban los brazos y la cabeza sobre la cuerda para descansar.

   Cuentan también, que el servicio de despertador era muy curioso, el encargado del local despertaba a todos los clientes a la vez, desataba la cuerda de un extremo y gritaba ¡Todos arriba, ya!

    No tenemos testimonios de los clientes madrileños, pero si de algunos londinenses que disponian de un alojamiento similar y algunos decían que era bastante más cómodo de lo que pudiera parecer en un primer momento.

   La foto siguiente se corresponde con el alojamiento hermano de nuestra Posada de la Cuerda.   

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