El encargo recae sobre Francesco Sabatini y el lugar elegido fue el ocupado por las Caballerizas de la Reina, entre el palacio de Juan de Goyeneche y el palacio de Torrecilla. Ocho años después, en 1769 las obras estaban prácticamente concluidas. Fue una de las grandes obras civiles del siglo XVIII.
También se realizaron dos ampliaciones, ante el constante aumento de competencias. La primera de ellas fue la construcción de dos nuevas plantas. Para conservar el aspecto original, se situaron retranqueadas con respecto a la línea de fachada, de modo que no fueran visibles desde la calle.
Sabatini se inspiró en los grandes palacios italianos del XVI. Organizó la planta en torno a tres patios. Entre los dos laterales dispuso el cuerpo de la escalera de acceso a las plantas superiores.
El primer cuerpo es de sillares almohadillados. En ella se abren cinco puertas: las tres centrales adinteladas y las dos laterales en arco de medio punto. Entre ellas se sitúan ventanas, también adinteladas.
El tercero es similar al anterior: de ladrillo, articulado con ventanales cuadrangulares simples.
Un ático con balaustrada remata el conjunto. Se apoya en mensulones agrupados de dos en dos en los espacios intermedios correspondientes a los ventanales de los cuerpos inferiores.
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