martes, 25 de abril de 2023

Calle de Cabestreros de Madrid.

   

  La calle de Cabestreros desciende desde la calle del Mesón de Paredes hasta Embajadores, en el barrio de Lavapiés.          Incluye en su trazado un callejón conocido como la Travesía de Cabestreros (que en los planos antiguos aparece como travesía de San Juan).​ Ambas denominaciones hacen referencia al establecimiento en esta calle y las aledañas del gremio artesano de cordeleros de cáñamo fabricantes de ramales y atalajes para los cabestros de las caballerías.

   Relata Pedro de Répide que el gremio de cabestreros de Madrid compró en esta barriada terrenos para hacerle a su patrón, san Antonio Abad, una capilla en la primitiva iglesia de San Cayetano.         

   En ese mismo contexto de advocaciones y feligresías, celebraban los gitanos de la zona su romería de san Antón, llevando sus mulas enjaezadas a recibir la cebada bendita en un altar portátil que se colocaba a la puerta del mencionado templo. Hacían también procesión con representación de las tentaciones que tuvo el santo anacoreta en el desierto, llevando la imagen de Antón por la calle de Embajadores hasta el Rastro, donde estaban los corrales y cochineras del ganado de cerda, y regresando luego al ferial de Cabestreros para la función de pólvora, el baile y las libaciones.​

    Posteriormente, los cordeleros se trasladarían a otros barrios de la Villa y en especial a la calle de Toledo donde al comienzo del siglo XXI aún se conservaban algunos comercios relacionados con este oficio.   

Entre los documentos que aporta el tesoro de la historia del sainete y la zarzuela, puede recordarse aquí la escena de aquella "cupletista castiza" que canta ante los clientes de un merendero versos como estos:​

"Yo he nacido en Ministriles,

bautizada en Maravillas,

me he criado en Cabestreros

y me he educao en las Vistillas

Y por eso como veis,

yo soy madrileña

de la cabeza a los pies".

La boda de Cayetana (1915), zarzuela de Torres del Álamo y Asenjo


  Testimonio de ese pasado castizo es la corrala que se conserva entre esta calle y la calle del Oso, y en una de cuyas fincas tuvo casa y taller el arquitecto Pedro de Ribera, discípulo de Churriguera, y autor de obras que han conformado la iconografía madrileña de majos y romeros como la Ermita de la Virgen del Puerto (Madrid).


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