Recién llegados, sin tiempo para más que tomar un café, nos lanzarnos a una desesperada búsqueda de los últimos rayos de sol.
Un bajar y subir de calles empinadas que nos guían hacía la parte más alta de la ciudad. La belleza, el misterio nos rodea y de pronto en la plaza del castillo nos damos de cara con el anochecer.
Ya no hay palabras, tan solo hay que mirar y abandonarse a la belleza del momento único que estamos viviendo.
Fotografía: J Ruiz
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