Varias leyendas madrileñas católicas usan el símbolo de una paloma en sus relatos. Isabel Gea siguiendo la crónica de Pedro de Répide y éste, a su vez, a Ramón Mesonero Romanos, explican que la misma ave del palomar que cuidaban unas monjas de San Juan de la Penitencia, de Alcalá de Henares, en la que luego sería esta calle de la Paloma, voló luego sobre la Virgen de las Maravillas en el traslado que de esa imagen se hizo a la iglesia de San Justo y San Pastor, en aquel entonces convento de la calle de la Palma; y la misma que con su presencia milagrosa resucitó al niño que un cazador enloquecido había matado en la calle del Lobo (luego calle de Echegaray).
"... resulta que la expresada Isabel Tintero, mujer de Diego Charco, de ejercicio cochero, viendo a principios del año 1787 que unos muchachos llevaran arrastrando como por juguete un lienzo de Ntra. Sra. de la Soledad, lo arrebató de las manos de aquellos, lo hizo retocar y lo colocó en marzo del propio año en el portal de su misma casa, y esmerándose en su culto, le ha promovido con tanto fervor que ha conseguido extender su particular devoción; de modo que se hallan alumbrándola varios faroles y lámpara a expensas de personas de primera clase, además de las muchas velas que la devoción de los fieles la presentan, reconocidos a los singulares beneficios que dicen haber conseguido ellos por intercesión de esta su Poderosa Madre, y en señal de este reconocimiento se ven las paredes de la actual Capillita llenas de presentallas. (...) A impulsos de esta devoción se reza el Rosario todas las noches ante esta santa Imagen, cubriendo el Concurso gran parte de la calle... "
Aunque en ningún momento queda claro si la calle ya se llamaba 'de la Paloma' antes de lo relatado por el alcalde-marqués, sí parece aceptado que después de ese episodio los vecinos del lugar acabaron llamándola así. También resulta algo lioso que la Virgen de la Paloma, tan arraigada en el fervor popular de los católicos más o menos castizos de la capital de España, sea repetición de la Virgen de Maravillas, que da nombre y patronato a otros antiguos barrios de la Villa y Corte.
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