A finales del siglo XIX, en 1888, se construye este singular puente peatonal sobre el curso del arroyo Antequino, orientado en sentido norte-sur y en dirección a la importante Casa de Vacas. Originariamente denominado puente de los Tres Robles, pero conocido después de la guerra civil como puente de las Garrapatas, es obra de Enrique Repullés y Segarra, quien fuera arquitecto mayor durante el periodo de regencia de María Cristina.
Esta obra es para algunos investigadores uno de los puentes más bellos y mejor conservados del parque. Desde su fundación ha sufrido diversas alteraciones e intervenciones y completa el interesantísimo repertorio de las obras civiles y los puentes de la Casa de Campo junto al conjunto de los puentes de Sabatini, siendo comparable con ciertos y muy notables acueductos (o híbridos entre acueductos y puentes) como el puente Colorado (1923), el acueducto del canal de la Partida, cercano a la casa de Vargas y al arrollo Meaques, y el más próximo acueducto, también sobre el arroyo de Antequina, vecino al cruce con la vía férrea en su curso nororiental por el parque.
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