Para su explotación traen de Nápoles: vacas, búfalas, ovejas, caballos, bueyes… y para regar las tierras recién roturadas construyen tres caces y transforman el histórico Caz de la Azuda.
El 24 de diciembre de 1768, Joseph Ripamonti natural de Spino (Italia) lo denominó Real Cortijo de San Isidro, quedando cercado, parte con tapia y parte con verja, para proteger los cultivos de los animales salvajes existentes en el Real Bosque.
El arquitecto y director de obras del Real Sitio de Aranjuez, Jaime Marquet, proyectó un Paisaje urbano, aproximadamente en el centro de la Real finca, consistente en una Casa Grande o Real Casa, viviendas para los empleados, pajares, apriscos, varios pozos de agua, dos naves industriales paralelas, para albergar la Almazara y Lagar y proyectó un paisaje subterráneo compuesto por una Bodega, bajo el Real Caserío, con un perímetro cerrado de mampostería, por seguridad; debido a la muerte de Marquet, el proyecto fue terminado por Manuel Serrano.
En 1795 Carlos IV cede la propiedad a Godoy (Príncipe de la Paz) a cambio de las Huertas de la Moncloa, en el camino de Madrid a El Pardo.
Dos años después, el 28 de febrero de 1798, la Corona recupera el cortijo, dando a cambio a Godoy el Real Lago de Valencia, denominado «La Albufera»
Bajo el reinado de Isabel II y tras más de cien años de ser propiedad real, la Corona vende al General Prim (Marqués de Castillejos).
Durante la Guerra Civil provocada por el golpe de estado militar, la Junta Militar Republicana la convierte en un centro de operaciones, construyendo un búnker dentro de la cueva.
En 1944 La finca y la bodega las adquiere el Instituto Nacional de Colonización. La vaquería se convierte en almacén de alfalfa, y posteriormente, en sala de cine.
En 1987 se anula el arrendamiento anterior y la Comunidad de Madrid reconstruye la techumbre del lagar.
En la actualidad el Cortijo depende de Aranjuez en algún sentido y la bodega la explota una empresa privada.
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