En 1835 se encargó al escultor catalán Antonio Solá la realización de
una estatua de Cervantes, que sería la primera que se instalara en Madrid de un
personaje que no fuera real ni religioso, dentro de la tendencia que desde
mediados del siglo XVIII se extendió en el resto de Europa de homenajear a los
hombres de Ciencia y del Arte.
Fue sufragada por Manuel Fernández Valera con fondos de la Comisaría General
de la Cruzada; tras rechazar el diseñado por Solá, el pedestal fue proyectado
por el arquitecto Isidro González Velázquez, aunque modificado en la ejecución.
Los relieves laterales fueron obra de Francisco Piquer, mientras que el modelo,
realizado en Roma por Solá, fue fundido en bronce en esta ciudad por los
artistas prusianos Ludwig Jollage y Whilhelm Hopsgarten.
Su primera ubicación fue el patio del Palacio de la Cruzada en la plaza del
Duque de Nájera, pero fue trasladada en julio de 1835 a su ubicación actual, en
la Plaza de las Cortes; se eligió este lugar por estar cercano
a la zona donde pasó sus últimos años.
En 1968 se construyó el aparcamiento subterráneo de la plaza y la estatua fue
desplazada unos doce metros hacia el oeste con respecto a su ubicación inicial,
y por tanto también de la base original donde se albergaba el arca fundacional,
que fue recientemente descubierta con motivo de las obras de remodelación de la
Plaza de las Cortes.
Este último proyecto de remodelación de la plaza (obra del equipo de
arquitectos Siza, Hernández de León. Riaño, Rueda y Terán) comenzó en 2005 y
finalizó en 2011. En diciembre de 2009, con las obras de remodelación del
aparcamiento subterráneo, aparecieron una serie de sillares de granito de gran
tamaño que confirmaron que se trataba del basamento original de la estatua. Este
basamento de 5,40m. de diámetro conformaba la primera de las gradas del
monumento. Excavada en el sillar central apareció una tapadera pétrea con una
anilla en cuyo interior se encontró la "cápsula del tiempo":
una urna rectangular de plomo de 38,50 x 22,50cm de lado y 22cm. de altura, que
contenía cuatro tomos del Quijote de 1819, un libro de la vida de Miguel de
Cervantes y otras publicaciones, así como medallas y monedas en buen estado de
conservación. Estos hallazgos restaurados se custodian actualmente en el
Museo Arqueológico Regional en Alcalá de Henares.
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